Si hay alguien en este país que sabe de dibujos provocativos, de poner el dedo en la llaga, de indignar a la monarquía y la clase política, este es Óscar Nebreda. A sus 72 años, el historietista catalán vive la jubilación desde el lugar que se ha ganado a fuerza de horas y horas de sudar tinta, literalmente. Lo respetan por lo que ha dibujado y por su cerebro privilegiado y mordaz como pocos en este país.

El profesor cojonciano toca precisamente lo que no suena y afila el lápiz para sacar punta a la actualidad, aunque ya no ejerza de caricaturista. Ayer En Blau lo vio degustando la cena de los invitados a los Premios Nacionales de Gastronomía 2018: guisantes con huevo de perica, tocino y trufa negra, liebre a la Royal con pera y remolacha y capipota con alpargatas. Bon vivant y amante de la mesa, después de la comida y con el estómago satisfecho, Nebreda todavía tenía lugar para zamparse a las personalidades políticas del país.

Uno de los fundadores de la satírica revista, en el año 77, analizó la polémica portada del último número de la publicación. Una portada que ha provocado indignación entre las clases gubernamentales y ha comportado un revuelo en las redes que continúa 48 horas después:

Según Nebreda, sin embargo, no estaría mal una segunda edición del número poniendo a otros hijos de puta que se han quedado en la recámara. Y ya que se encontraba entre fogones, una petición a la carta: "que este país no cambie porque esto es una fábrica de hacer noticias. Si este país fuera Suiza o Noruega sería tristísimo y 'El jueves' ya no existiría. Que salgan más hijos de puta, que este país es la ostia".

"Este tipo de números de El jueves' son necesarios", continúa Nebreda. "Ya va bien que se enfaden y que reaccionen un poco los de la política. Todos estos pasan mucho de la gente de la calle y están metidos en una nube, retroalimentándose como en un bucle, sin darse cuenta de nada".

El Jordi culé de la viñeta, aquel muñeco que salía en TV3 cuando marcaba goles el Barça o le hacían al Madrid, suelta más dardos contra los políticos: "eso de la política, como dicen los argentinos, es un 'despelote pampero'. Estamos en un bucle. Relacionándolo con la cocina, ya que estamos entre los chefs más reputados, podríamos decir que los políticos de este país son como un restaurante de aquellos que presenta el 'pequeñín aquel que es tan forzudo', Alberto Chicote. Es como uno de aquellos restaurantes donde uno se va, el otro no hace nada, el otro no trabaja... Lo más curioso es que no tenemos nada, no tenemos políticos, no tenemos gobierno, y el país funciona, es acojonante. La gente se levanta a las 7 y se va a trabajar, abre las fábricas, etc... ¿Entonces, por qué cojones necesitamos a los políticos, si sin ellos funciona todo de cojones? Sueldos que nos ahorraríamos". Nebreda no ha perdido comba.