La imagen de un retiro dorado en California ha comenzado a resquebrajarse para el príncipe Harry y Meghan Markle. Lo que en su día fue presentado como un santuario de paz para dejar atrás el bullicioso drama de la realeza británica, hoy se tambalea entre reportes de violencia, robos y comportamientos criminales que comienzan a convertirse en moneda corriente en Montecito, la exclusiva comunidad donde residen. A cinco años de su renuncia oficial a los deberes reales, los duques de Sussex intentaron tejer una vida de perfil bajo entre las colinas californianas. Sin embargo, los recientes hechos delictivos registrados en su vecindario han convertido ese oasis en una zona de creciente preocupación para los residentes… y para el personal de seguridad que custodia su lujosa mansión.
Montecito: un paraíso acechado por la inseguridad
Aunque parezca increíble, ni las mansiones de 14 millones de euros, protegidas por los sistemas de seguridad más avanzados del mundo, han logrado detener la ola de criminalidad. La alarma se encendió con fuerza el pasado 2 de mayo, cuando el Montecito Journal reveló un inquietante incidente: un hombre en libertad condicional fue sorprendido manteniendo relaciones sexuales en un coche, mientras portaba cocaína. Una escena que parecía sacada de una película de bajo presupuesto, pero que, lamentablemente, fue real y ocurrió a pocos minutos del domicilio de los Sussex.
Ese mismo día, otro crimen sacudía el vecindario. Según informó The Mirror, un robo en la calle Olive Mill Road —a tan solo tres kilómetros de la mansión de Meghan y Harry— terminó con la sustracción de una pistola Glock y valiosas sillas de diseño desde un almacén cerrado con llave. ¿El detalle inquietante? El ladrón logró entrar en una propiedad blindada sin ser detectado, lo que ha desatado el temor sobre la efectividad de la seguridad privada en la zona.
Gritos, agresiones callejeras y un vecindario en vilo
La lista de incidentes no se detiene. Un hombre detuvo su coche en plena calle para gritar a los transeúntes y agarrar del cuello a una víctima, a la que también pateó antes de huir. Aunque las autoridades abrieron una investigación, la sensación de vulnerabilidad se ha instalado entre quienes creían estar a salvo entre el glamour y la discreción de Montecito. La pareja real, que ha intentado preservar su intimidad a toda costa, ya no puede ignorar lo que sucede a su alrededor. Las recientes agresiones registradas —incluyendo un ataque a dos personas el pasado 29 de abril, apenas al caer la tarde— parecen demostrar que la delincuencia no distingue entre zonas exclusivas o marginales.
Ahora bien, debido a su historial de estricta vigilancia desde la infancia, y a su lucha continua por recuperar las garantías de protección en el Reino Unido, es probable que el príncipe Harry esté evaluando nuevamente las medidas de seguridad en la casa que comparte con Meghan y sus hijos, Archie y Lilibet. Pero la ironía es cruel: huyeron del drama de la realeza para terminar rodeados de una inseguridad latente en la tierra del sueño americano. Con helicópteros sobrevolando el vecindario y patrullas intensificando su presencia, todo apunta a que el paraíso californiano de los Sussex ya no es tan idílico. ¿Será momento de hacer las maletas nuevamente? Solo el tiempo (y tal vez una alarma de última generación) lo dirá.