Lo que alguna vez fue visto como una historia de amor rebelde y revolucionario ahora parece acercarse a un punto de quiebre. El matrimonio entre Meghan Markle y el príncipe Harry está en el centro de una creciente tormenta mediática, con rumores cada vez más insistentes de que su relación pende de un hilo. Lo que está en juego no es solo su vida sentimental, sino también el imperio económico y mediático que construyeron tras abandonar sus deberes reales.
Desde su salida de la Casa Real británica en 2020, los duques de Sussex se embarcaron en una nueva vida marcada por la independencia, la exposición mediática y el deseo de crear una marca personal potente. Firmaron acuerdos millonarios con plataformas como Netflix y Spotify, ofrecieron entrevistas explosivas, y se posicionaron como una pareja influyente más allá de los protocolos de la realeza.

Los rumores de crisis entre Harry y Meghan Markle crecen
Sin embargo, esa imagen de éxito y complicidad se está hundiendo. Varias fuentes cercanas aseguran que la pareja lleva tiempo atravesando una crisis profunda, aunque ni Harry ni Meghan lo han confirmado públicamente. Las apariciones conjuntas se han reducido, y hay quien señala que lo único que los mantiene unidos no es el amor, sino el negocio.
Hay una cifra reveladora: 80 millones de dólares. Según se ha filtrado, Meghan habría pactado ese monto como compensación económica en caso de separación. El acuerdo le permitiría mantener su estilo de vida, conservar el título de duquesa de Sussex y asegurar la custodia total de sus hijos, Archie y Lilibet. Una cifra que, lejos de ser simbólica, revela el valor estratégico que tiene su vínculo con la familia real.

El negocio está en seguir juntos
Y es que Meghan sabe que gran parte de su marca personal está anclada a su pasado como miembro de la realeza. Si bien ha intentado construirse una identidad propia en Hollywood y en los negocios, su relevancia sigue ligada a su papel como figura relacionada con la monarquía. Perder esa conexión podría suponer una caída drástica en su influencia mediática y comercial.
Por eso, según apuntan voces desde Estados Unidos, mantenerse juntos aún representa un negocio rentable. Si Meghan y Harry se separan, no solo se rompe su matrimonio: colapsa su imperio. Su imagen como pareja luchadora, moderna y desafiante se diluiría, arrastrando con ella contratos, inversiones y el respaldo de muchos seguidores. En seguir juntos es donde está el negocio.