Poco a poco se hacen avances en las monarquías. Muchos las consideran obsoletas y los reyes y las reinas de Europa toman decisiones respecto a lo que oyen y escuchan. Están constantemente en el punto de mira y quieren parecer cercanos. Saben que ser rey no se escoge. Es una suerte para ellos, porque sin haber pegado palo al agua están ahí, en el trono, con la vida solucionada, pero también con el importante reto de representar a su país hasta el último día de su existencia. Ser rey no es fácil: la presión es máxima y la toma de decisiones siempre está bajo el punto de mira. Se hacen con calculadora y también con lupa. Margarita de Dinamarca -la única jefa de Estado de las monarquías europeas tras la muerte de Isabel II- marca la senda. Todos le seguirán a la cola, al tiempo.

La reina Margarita II - Archivo
La reina Margarita II - Archivo

Y es que la reina danesa despojó de los títulos nobiliarios a sus cuatro nietos, que no serán príncipes. Eso pasó hace unas tres semanas y sentó muy mal en la familia real danesa, pero Margarita salió al paso y apagó el fuego. Ahora, sus homólogos parece que toman nota. Los reyes europeos son conscientes que las monarquías se tienen que democratizar y adaptar al siglo XXI y el más demócrata de todos los que hay ahora parece que es Haakon, príncipe de Noruega e inminente heredero al trono noruego. Su Majestad El Rey Harald V ya tiene 85 años y su relevo, Haakon, es ya quien toma las decisiones más importantes. La última de ellas es muy parecida a la que tomó Margarita II. Ojo.

Harald V y Haakon   Casa Real Noruega
Harald V y Haakon Casa Real Noruega

Marta Luisa sería la afectada. Ella es la hermana de Haakon y tiene el título de princesa. Lo tiene de momento, porque Haakon ya la ha puesto en el punto de mira: siguiendo la estela danesa, ya ha habido los primeros encuentros entre rey y príncipe heredero para democratizar la corona y empezar a quitar títulos nobiliarios. Solo en Noruega, Marta Luisa tiene siete distinciones: es Miembro de la Real Orden familiar del Rey Olaf V, Miembro de la Real Orden familiar del rey Harald V, Medalla Conmemorativa del Jubileo de Plata del Rey Olaf V, Dama gran cruz con collar de la Orden de San Olaf, Medalla Conmemorativa del Centenario del Rey Olaf V, Medalla Conmemorativa del Centenario de la Casa Real Noruega y Medalla Conmemorativa del Jubileo de Plata del Rey Harald V. Además, fuera de las fronteras del país nórdico, acumula otras diez distinciones. Casi nada.

Esto es claramente un problema para Haakon, que no ve con buenos ojos que su hermana que no será ni siquiera la heredera del trono, reciba tantos homenajes y los mantenga. Con despojarle del título de princesa él estará satisfecho, aunque reconoce que le sabe mal: "Es parte de la democracia de la que somos parte. Estamos tratando de encontrar un buen camino a seguir, teniendo en cuenta al mismo tiempo los sentimientos y los diferentes aspectos". A todo eso, Haakon ha elogiado a su hermana y a su futuro marido, el chamán Durek Verret (para que se entienda, un chamán es como un profesor de yoga fumado). "Mi hermana se comprometió y conocí a Durek Verrett y creo que es agradable estar con él. Me gustaría que se sintiera bienvenido en nuestra familia. Al mismo tiempo, me siento muy responsable de la institución", reconocía el príncipe heredero.​

Marta Luisa y el chamán - A3 Noticias
Marta Luisa y el chamán A3 Noticias

¿Gusta un chamán en la Casa Real noruega?

La verdad es que sobta mucho ver a un chamán como Durek en medio de una familia real. Acostumbrados a ritos como las fumadas de ayahuasca o la toma de sapo de bufo, los chamanes no suelen mezclarse con gente de sangre azul. Pero el amor a veces es muy loco y Marta Luisa está muy colgada de él. Lo que no sabemos si a Harald y a Haakon les hace tanta gracia tener metido por allí a un tío más típico del mundo hippie que de la nobleza. El motivo de la inminente decisión de despojo a Marta Luisa nunca se sabrá realmente, pero solo hay tres opciones. O que se refugien en una encuesta de un medio noruego que le retira el apoyo a Marta Luisa, o que no les haga puñetera gracia el chamán o que realmente quieran adaptarse al siglo XXI. O una mezcla de las tres cosas, lo más probable.