En medio de una agenda marcada por homenajes y compromisos oficiales, la ausencia de los pequeños Archie y Lilibet vuelve a convertirse en el foco de un nuevo escándalo. Mientras el príncipe Harry viajó a Londres para rendir tributo a su abuela, la reina Isabel II, y participar en los premios WellChild, el monarca británico Carlos III sigue sin poder ver a sus nietos, un hecho que ya empieza a desatar rumores de fractura definitiva entre los Windsor y los Sussex. El duque de Sussex se mostró cercano, sonriente y emotivo en el evento benéfico, pero en el aire flotaba la gran incógnita: ¿habrá un encuentro privado con su padre? La respuesta parece estar bloqueada por Meghan Markle, quien, según fuentes cercanas, habría impuesto un veto absoluto hasta que no se cumplan sus exigencias en materia de seguridad y privacidad.
El distanciamiento entre Meghan Markle y la familia real británica
La visita de Harry a su país natal la segunda en lo que va del año, y como ha ocurrido en las anteriores ocasiones, la ex actriz de Suits ha optado por mantenerse al margen. Lo que sorprende es que esta vez tampoco permitió que sus hijos viajaran, reforzando la percepción de que existe un muro de contención que impide a Carlos III pasar tiempo de calidad con los pequeños Sussex. Este veto no solo genera incomodidad en la Casa Real, sino que también alimenta la narrativa de que Meghan no estaría dispuesta a dar un paso atrás en su guerra silenciosa con los Windsor. En su círculo más íntimo se comenta que la duquesa de Sussex teme que sus hijos sean expuestos a una presión mediática y a un escrutinio que considera “innecesario” y “dañino”.
Carlos III, un abuelo en la sombra
El detalle más impactante es que el soberano británico, que enfrenta un delicado tratamiento contra el cáncer, no ha tenido contacto físico alguno con Archie ni con Lilibet desde su nacimiento. Un hecho insólito para la historia de la realeza, donde los vínculos familiares siempre han jugado un papel fundamental en la proyección pública de la monarquía. Mientras tanto, Harry se mueve en un equilibrio peligroso: por un lado, mantiene su apoyo a causas solidarias que lo conectan con su pasado en Inglaterra; por otro, evita dar pasos en falso que puedan tensar más su relación con Meghan. La pregunta que todos se hacen es evidente: ¿quiere realmente Harry que sus hijos conozcan a su abuelo, o prefiere prolongar este aislamiento familiar?
Fuentes cercanas a la pareja han revelado que Meghan solo aceptaría un acercamiento entre los niños y el rey bajo condiciones estrictas, que incluyen garantías de seguridad, control absoluto de la narrativa mediática y un entorno privado sin la participación de otros miembros de la familia real. Una lista de demandas que, según expertos en protocolo, resultan “casi imposibles de cumplir” dentro de la maquinaria real británica. Con este escenario, las probabilidades de que Carlos III pueda ver a Archie y Lilibet a corto plazo parecen nulas. Mientras tanto, la opinión pública británica no oculta su indignación, considerando que la ausencia de los niños en momentos clave debilita la imagen de unidad que tanto necesita la monarquía en tiempos de incertidumbre.