Cuando se trata de la Familia Real británica, cada palabra cuenta. Y si la boca que pronunciaba esas palabras era la de la reina Isabel II, el impacto era inmediato y demoledor. Según reveló el príncipe Harry en sus polémicas memorias "Spare", el primer —y único— encuentro de la monarca con sus bisnietos Archie y Lilibet no fue precisamente lo que los Sussex habían soñado. Harry narra con detalle cómo la reina, en lugar de mostrar una cálida emoción, dejó caer un comentario que aún resuena en los pasillos de Buckingham: “¡Qué dulces hijos! Esperaba que fueran un poco más... ¿estadounidenses, creo?”. Unas palabras que, según el duque, escondían una mezcla de desconcierto, juicio y hasta una pizca de sarcasmo real.

El Jubileo que dejó más sombras que sonrisas

La esperada visita de Harry y Meghan al Reino Unido durante el Jubileo de Platino de la reina Isabel II en junio de 2022 no fue solo un acto ceremonial. También fue el escenario elegido para presentar oficialmente a la pequeña Lilibet Diana Mountbatten-Windsor, quien celebraba su primer cumpleaños, y para que Archie volviera a reencontrarse con su bisabuela. Lejos de una escena idílica, la reunión se desarrolló en un ambiente tenso y reservado. Según relata Harry, mientras Lilibet abrazaba con ternura las piernas de la reina, Archie, con inusitado respeto, hizo una reverencia. Pero ni esos gestos enternecieron a la monarca, que, con su típica flema británica, soltó su observación cargada de sorpresa por la actitud contenida de los pequeños.

Sin fotos, sin sonrisas: la reina marcó distancia con los Sussex

El detalle más perturbador es, quizás, que la reina Isabel se negó rotundamente a ser fotografiada con sus bisnietos. De acuerdo con fuentes citadas por The Sun, Harry y Meghan habían solicitado llevar a un fotógrafo para capturar el momento histórico. Pero la respuesta fue un rotundo “no”, bajo el argumento de que se trataba de un evento familiar privado. La negativa fue vista como una clara señal de que el distanciamiento entre los Windsor y los Sussex seguía siendo tan palpable como incómodo.

El encuentro fue, según la prensa británica, la única vez que la reina vio a la princesa Lilibet en persona. Nunca más volvió a repetirse, dejando tras de sí un sinfín de especulaciones sobre la verdadera relación entre la fallecida monarca y los hijos del príncipe rebelde. El comentario de la reina ha sido interpretado por muchos como una simple ironía británica, pero en el contexto familiar —ya marcado por tensiones, entrevistas explosivas y revelaciones mediáticas—, la frase tomó un peso inesperado. Harry lo describe con frialdad, como si aún intentara comprender qué significaba realmente ese “esperaba que fueran más estadounidenses”.

¿Quiso decir que los esperaba más desenvueltos, menos educados, más escandalosos? ¿O fue una sutil crítica al modo de crianza adoptado por Meghan y Harry en California? Lo cierto es que el comentario dejó una huella emocional, una más en la larga lista de heridas abiertas entre los Sussex y la Casa Real. Así, lo que debía ser un momento familiar cargado de emoción terminó convertido en un episodio ambiguo, gélido y sin testigos gráficos. La reina Isabel II, con una sola frase, confirmó que ni siquiera los más pequeños quedaban al margen del protocolo, los prejuicios y la tensión palaciega.