Dicen que la reina Sofía siempre fue el pilar más fuerte de la familia, la que sostenía el equilibrio cuando todo lo demás se derrumbaba. Pero hasta los muros más firmes acaban agrietándose. La madre de Felipe VI atraviesa una de las etapas más duras de su vida. Desde hace tres años su mundo cambió para siempre. La muerte de su hermano Constantino, a causa de un derrame cerebral, la dejó desolada. Fue algo repentino, sin tiempo para despedidas. Él, el pequeño de los tres, partió antes que ella, y desde entonces Sofía vive con esa idea clavada: “debería haber sido yo”.

reina sofia estados unidos
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Apenas unos meses después llegó otro golpe, todavía más cruel. Su hermana Irene, su compañera inseparable, fue diagnosticada de Alzheimer. La enfermedad la ha ido borrando poco a poco, hasta dejarla sin recuerdos, sin identidad, sin presente. La reina Sofía la visita siempre que puede, aunque a veces duda si su hermana la reconoce. Esa mirada perdida, dicen quienes las ven juntas, es lo que más la destroza.

La reina Sofía padece una depresión severa 

Desde entonces, nada ha vuelto a ser igual. En Zarzuela aseguran que la reina está muy apagada, que apenas sale de su habitación y que se pasa horas en silencio, rezando o simplemente mirando al vacío. Los médicos han advertido a sus hijos de que su salud emocional se ha deteriorado mucho. Sofía, que pronto cumplirá 87 años, padece una depresión severa, aunque se niega a recibir tratamiento. No quiere ayuda, no quiere hablar con nadie.

Felipe, Elena y Cristina intentan animarla, llevarla a pasear, proponerle comidas en familia, planes con los nietos. Pero ella pone excusas. Solo accede cuando se trata de algo institucional. En su vida privada, ha levantado un muro invisible entre ella y el mundo.

Dicen que su fe la sostiene, pero también que busca respuestas en lo espiritual, en energías, en terapias alternativas. Ha tenido varios desvanecimientos que Zarzuela ha intentado mantener en silencio. Sofía, la mujer que siempre supo mantenerse firme ante los escándalos y las traiciones, hoy se siente sola, sin rumbo, y sin fuerzas para fingir.

Su tristeza no se ve en los actos públicos, donde sigue mostrando esa serenidad que la caracteriza. Pero quienes la conocen bien aseguran que detrás de esa sonrisa, la reina Sofía se apaga poco a poco.

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