El entorno, la familia y los que trabajan para Letizia saben sobradamente que con la reina, tonterías, las justas. Ella tiene tan claro todo lo que quiere que se haga y lo que no, tiene un control tan exhaustivo de la situación, que difícilmente da su brazo a torcer y normalmente se hace lo que ella dice y pide. Que se lo pregunten, si no, a su marido, cuando aquel día de hace muchos años, anunciando su matrimonio, inmortalizó aquello de "Déjame hablar a mí". La asturiana, mujer de carácter y de ideas firmes, segura de ella misma, tiene a su alrededor una legión de profesionales que trabajan para los Borbones, un montón de gente en Zarzuela para facilitarle las cosas, aconsejarla y hacer realidad su agenda y los numerosos compromisos institucionales de la familia real. Pero eso no quiere decir que Letizia no tenga la última palabra.

Hace unos días les informábamos de que hay una persona en palacio que ha dicho "Hasta aquí". Una profesional de Zarzuela que ha dejado su cargo después de una estancia muy breve téte a téte con la reina Letizia. Solo 15 meses. Este es el tiempo que ha aguantado María Dolores Ocaña como secretaria personal de la monarca. Designada en abril del año pasado, la escogida hacía historia en convertirse en la primera mujer en hacerse cargo de la secretaría de la reina Letizia, en sustitución del general José Zuleta, que llevaba en el despacho en cuestión una década, desde el año 2014. Una mirada de presente y de futuro, de renovación, en la Casa Real, una declaración de intenciones y una movilización para rediseñar el equipo fuerte que trabajaría codo con codo con la mujer de Felipe.

Pero la primera mujer que asumía un cargo como directora general dentro de la Casa Real ha durado menos que un Telediario, ya que hablamos de Letizia. Y eso que inicialmente, la cosa prometía mucho. Y es que tal como revela Monarquía Confidencial, el grado de familiaridad, de sintonía, de ir las dos a la una, en los inicios de su relación profesional y personal fue tan grande que incluso la reina se dirigía a ella con un significativo "María". Ni María Dolores, ni señorita Ocaña, un María a secas: "con confianza, acortando las distancias desde el primer momento, relajando las costumbres y dando naturalidad al trato en el ambiente laboral. La relación entre ambas era muy buena, se compenetraban casi a la perfección".

Pero la cosa se ha torcido. Hablamos, de hecho, de "desavenencias entre María Dolores Ocaña y doña Letizia que habían llegado a un punto de no retorno", según fuentes próximas a las dos. Y la cosa ha ido a más, "lo que en un principio parecían discrepancias en la gestión del cargo, ha ido evolucionando hasta convertirse en una ‘crisis institucional’ que ha podido con el día a día de las dos, a pesar de la afinidad inicial". Y mejor partir peras para evitar males mayores, y que la cosa fuera por el camino de la amargura. Después del adiós de Ocaña, "los rumores sobre tensiones internas circularon con intensidad. La diferencia de criterios en asuntos clave ha sido el detonante, tras un distanciamiento progresivo". Con estos precedentes, veremos quién tiene valor de ocupar su cargo y si volverá a ser una mujer como Ocaña.