Mucho se ha hablado de la doble vida de Letizia. Cuando no tiene compromisos institucionales no se queda encerrada en casa, como todos los españoles la reina también sale por Madrid. En alguna ocasión, los más atentos, reconocen que la han visto en tiendas vestida con gabardina, gafas de sol, incluso una especie de gorra o sombrero. Intenta pasar totalmente desapercibida por su seguridad y privacidad, aunque los coches con los cristales tintados que hay a su alrededor o el personal de seguridad que camina a unos metros de ella no ayuda mucho.
Se cree que Letizia llevaría una doble vida, pero Felipe VI sería conocedor de ella. Según expertas en Casa Real, el matrimonio de los reyes sería inexistente. Algunas creen que habrían terminado su relación hace una década, mientras que otras aseguran que nunca estuvieron juntos, solo fue un matrimonio de conveniencia. Las declaraciones de Jaime del Burgo abriendo la veda a un sinfín de especulaciones.
Según el abogado, la reina fue infiel al rey durante años con él. Una infidelidad que habría sido el verdadero detonante de esa relación. A los monarcas no les interesaba que esta información saliese a la luz. Jaime del Burgo explicó que se veía con Letizia en Suiza, Londres y en Estados Unidos, incluso tenían un piso secreto en Madrid para sus encuentros, cansados de verse en la buhardilla de 37 metros cuadrados de Paloma Rocasolano en el centro. Según sus informaciones, tenían pensado instalarse en Miami, donde estaban valorando la posibilidad de tener un hijo juntos mediante la gestación subrogada.
Letizia hacía las reservas a nombre de otras personas
Debido a su posición como reina, Letizia no se podía mover con comodidad como el resto de los mortales, no podía coger un avión e irse a Suiza, ni tan siquiera el avión privado. Levantaría muchas sospechas.
Cuando Jaime y Letizia se veían en secreto, la reina reservaba los hoteles a nombre de otra persona que era quien hacía la reserva y presentaba los datos. Ella venía después con el abogado y la llave de la habitación.
Para no dejar rastro reservaba un coche a nombre de su madre, Paloma Rocasolano, o de alguna amiga. De esta forma el nombre de Letizia no quedaba en ningún registro, nadie la encontraría. Esta estrategia contribuía a desviar la atención sobre sus movimientos y preservar la confidencialidad de sus encuentros.
