Si una cosa está clara con respecto a la monarquía española es que su cara visible, Felipe aparte, es alguien que aunque lo intente, genera cierto rechazo en buena parte de los borbónicos. Acostumbrados a la campechanía del caradura de Juan Carlos, al aspecto de yaya entrañable de Sofía, al preparao de su hijo, o al tarambana de Felipe Juan Froilán de Todos los Antros, la irrupción de Letizia en la familia real, y sobre todo, su intención nada disimulada de decir aquí mando yo y la firme voluntad de hacer las cosas en Zarzuela como ella quiere, ha generado que tenga muchos enemigos dentro de los mismos defensores de la monarquía española.

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Letizia / @CasaReal

De pruebas fehacientes de Letizia mostrando su cara más poco amable las hay a patadas. De demostraciones públicas de la reina ridiculizando a su marido y pasándose por el forro la hipocresía típica de los Borbones, hay para dar y para tomar. ¿La última? En Alicante, en la entrega de unos galardones, cuando Felipe, plantado encima de un escenario, se pensaba que le tocaba a él entregar un premio y su mujer lo corrigió delante de los ojos de todo el mundo. Pero hay muchísimas más, por ejemplo, cuando en un besamanos en Palma el pasado verano, Felipe llamó la atención de Letizia porque no le hacía caso a un hombre que la quería saludar y ella se lo miró fulminándolo con la mirada y alzando el puño en su cara. Por no hablar del "Déjame hablar a mí" el día que la parejita anunció que se casaría.

Letizia sabe que no puede esconder cuando le sale el fuerte carácter que tiene. O quizás habría que decir que no quiere esconder cuando le sale el fuerte carácter que tiene. La asturiana sabe que si se le mete una cosa entre ceja y ceja, o si alguna cosa no se hace como ella dice o si alguien hace una cosa que le desagrada, lo hace saber sin paños calientes. De eso han hablado en una entrevista en la revista Bekia de la periodista Mabel Galaz, autora del libro Letizia real.

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Explica la autora que Letizia tiene una piedra en el zapato, una asignatura pendiente que se le resiste, consciente de su imagen de persona fría y rígida, y teniendo el afán de mostrarse más abierta y próxima, obsesión compartida por Zarzuela. "El mayor activo de la monarquía española son Felipe y Letizia, que sería mayor ese activo si se les permitiera ser más espontáneos, más libres y más ser como son”. Revela que la reina está trabajando en esta falta de empatía endémica que la caracteriza: “Está demostrando una cercanía y una calidez que antes no había demostrado. Está evolucionando hacia lo que le falta. Es una buena profesional, hace bien su trabajo de representación, se prepara muy bien los actos. Pero le faltaba esa otra parte, la empatía, que es en lo que está trabajando”.

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Letizia / @CasaReal

Explican que Letizia es plenamente consciente de que no puede gustar a todo el mundo y reconoce cuál es su handicap, especialmente, si se compara con su maridito. “Lo tiene más difícil que el resto porque no gusta a los monárquicos tradicionales y los que no son monárquicos, le gusta menos”, dice Galaz. De hecho, ponen en boca de Letizia una frase que va diciendo por Zarzuela: “Ella lo dice: ‘Yo sé que no le voy a gustar a todo el mundo, yo no he nacido sabiendo agradar, como le pasa a Felipe. Estoy trabajando en ello, pero sé que no le voy a gustar a todo el mundo’”... No ha nacido para eso... pero el tema es: ¿aprenderá a hacerlo? Y lo más importante: ¿tiene ganas de aprender a hacerlo?