Si ustedes tienen que hacer alguna gestión con la Casa Real estos días que sepan que no les cogerán el teléfono. Felipe y Letizia no están, se han marchado de viaje. Esta mañana han cogido un avión y vuelan camino de Angola en visita oficial. Este viaje tiene medallita incluida: el primero de un rey de España a este país y también a África Subsahariana. Estarán allí hasta el próximo miércoles, dejando a las Sofías al frente de Zarzuela. La primera, una adolescente que hoy se ha enterado de que le han roto el sueño de ser futbolista, porque la envían interna a Gales de aquí a unos meses, al mismo UWC International College donde vive, estudia y madura Leonor. La otra tiene 84 años, vive a caballo entre Madrid y Londres y pinta muy poco en la institución. El trono ha quedado desierto.

Bien, bromas aparte, el viaje oficial de Felipe y Letizia a Angola nos deja, de momento, una serie de imágenes en el aeropuerto de Barajas que hay que comentar. Sí o sí. El séquito real ha sido despedido con honores en el aeródromo, cosa habitual en estos casos, aunque no deje de sorprendernos tanta pompa e incluso un punto de dramatismo. ¿Qué piensan, que no volverán? Autoridades moviendo la manita con cara de pena, militares en formación, banderas al viento (mucho viento, como puede acreditar el pelo alborotado de la consorte) e himno nacional como guinda final. Todo el show. Ah, sí, y una nueva pifia.

Felipe y Letizia avión despeinada EFE
Felipe y Letizia subiendo al avión camino de Angola / EFE
Felipe y Letizia avión despeinada detalle EFE
Letizia muy despeinada / EFE

El complemento que no llevaba Letizia en el aeropuerto y ha provocado una situación de poco patriotismo

El viaje de Madrid a Luanda es largo, son 7 horas si tienes la suerte de hacerlo sin escalas, como es el caso de los monarcas. La gente normal, mortal y con vulgar sangre roja en las venas iría con ropa y calzado cómodos para soportar la incomodidad de un asiento en turista. No es el caso de nuestros protagonistas, que vuelan como reyes: la first class se queda cort para describir el confort del que disfrutarán en la aeronave. Sin embargo hemos visto a reinas europeas como Máxima de Holanda con una indumentaria relajada y confortable en el interior del avión, cosa impensable en Felipe y Letizia. Parece que vayan a una boda, estirados y poco naturales. Quizás hoy ha sido uno de los días más normales, todo hay que decirlo: la reina llevaba un abrigo negro largo, pantalones negros ajustados y botas con tacón no muy pronunciado. Ahora bien, le faltaba una cosa. Un complemento que le hubiera evitado una situación molesta... y familiar: la pueden acusar de poco patriota, vete a saber.

Felipe Letizia autoridades EFE
Autoridades despidiendo a Felipe y Letizia en el aeropuerto / EFE

El mal gesto de Letizia durante el himno, culpa del sol y de su fobia a las gafas

¿Qué le faltaba? Fácil, unas gafas de sol. Así se hubiera ahorrado un mal gesto durante la solemne interpretación del himno español, y que ha quedado inmortalizado para siempre gracias a los reporteros gráficos. Bueno, decimos un gesto, pero en realidad haríamos bien de hablar de toda una secuencia. Muecas diversas, poca seriedad y, durante un buen rato, los ojos cerrados por el efecto de los rayos solares en sus córneas y pupilas. Queda feo. Dicen que Letizia no las utiliza porque así no evita el contacto con sus interlocutores, que es un gesto amistoso, y tal. Sí, pero... ¿y el himno? ¿Y los símbolos de la patria? ¿Es que nadie piensa en ellos? Ay, ay, ay. ¿Qué es una pequeña lesión ocular por mirar directamente al astro rey si lo haces por España? Mal, muy mal. Por cierto: el resto de autoridades, tan mal como la reina. Una cosa no quita la otra.

Felipe Letizia ojos cerrados himno aeropuerto GTRES
Letizia con los ojos cerrados durante el himno / GTRES
Letizia ojos cerrados himno aeropuerto GTRES
Letizia con los ojos cerrados durante el himno / GTRES
Felipe Letizia aeropuerto EFE
Letizia baja la cabeza durante el himno para evitar el sol / EFE
Felipe Letizia aeropuerto himno EFE
Letizia tapándose con la mano / EFE

Juan Carlos tenía razón: Letizia es mala malísima. Ironía máxima, que nos conocemos.