La princesa Leonor afronta su último año de formación militar. Tras superar la etapa en la Academia de Tierra y en la Escuela Naval, ahora se encuentra en el Ejército del Aire. Al finalizar, recibirá la tercera y última condecoración. Será la primera mujer en alcanzar el máximo rango de las Fuerzas Armadas. Y, desde ese momento, quedará totalmente preparada para heredar el trono cuando llegue el momento.
No está siendo fácil. La heredera nunca mostró interés en las armas ni en el entrenamiento militar. Ha tenido que superar pruebas duras, aunque con ciertas facilidades. En la práctica, sus instructores saben que la nota de excelencia siempre está asegurada. La prioridad no es su rendimiento, sino su imagen. Aun así, el gran reto será ahora. Por primera vez deberá pilotar aviones. Y aunque empezará en simuladores, su miedo a las alturas es conocido.

La formación militar, en el fondo, es un alivio para la princesa Leonor
Aun con esas dificultades, hay un punto positivo para Leonor. Este último año de formación significa seguir lejos de Zarzuela. Y sobre todo, lejos de su madre. La relación entre ambas se ha enfriado en los últimos años. Leonor quiere construir su propio carácter y tener más libertad. Letizia, en cambio, insiste en mantenerla bajo un estricto control. Nada de excesos, nada de vida social propia. Solo discreción absoluta y obediencia al protocolo.
El choque entre madre e hija no se limita al estilo de vida. Leonor tampoco aprueba las amistades de su madre. En la Casa Real ya nadie oculta que Felipe VI y Letizia llevan tiempo haciendo vida por separado. Son más un equipo institucional que una pareja real. Y en esa distancia, la reina se rodea de personas que no convencen a la princesa.
Los rumores sobre la vida privada de Letizia llevan años circulando. Algunos periodistas, como Laura Rodríguez, aseguran que la reina ha mantenido amantes con el consentimiento de Felipe VI. Y que ahora habría un hombre en su vida con el que hace una auténtica vida de pareja. Esa presencia no gusta nada a Leonor. La incomoda.

Choques constantes
Con Jaime del Burgo, el supuesto antiguo amor de la reina, Leonor tuvo una relación cercana. Creció viéndolo en casa, lo trataba con confianza. Pero la situación actual es distinta. Con este nuevo acompañante, la princesa no siente lo mismo. No hay vínculo, no hay complicidad. Y eso aumenta su malestar.
La heredera no soporta al amante de su madre. Lo considera una figura extraña, intrusa. Compartir momentos con él le resulta insoportable. Por eso, cada día que pasa fuera de Zarzuela, inmersa en su formación militar, se convierte para Leonor en un respiro. Un tiempo lejos de las tensiones familiares. Y una oportunidad de mantener la distancia con una reina que quiere moldearla a su manera.