La relación entre la reina Letizia y la princesa Leonor atraviesa su momento más tenso. Lo que antes era una relación marcada por la admiración y la obediencia, hoy se ha transformado en un pulso constante. Leonor ya no es la niña manipulable que seguía las órdenes sin rechistar. Ha crecido, tiene criterio propio y empieza a plantar cara, especialmente cuando se trata de algo que considera esencial: su imagen.
La princesa de Asturias está a punto de vivir una jornada clave. Este 12 de octubre, durante el Día de la Hispanidad, será la gran protagonista del desfile militar. Estará acompañada por sus padres y por su hermana Sofía. La joven se encuentra estudiando en Portugal y viaja a menudo a Madrid los fines de semana. Pero todas las miradas estarán puestas en la heredera. Letizia quedará en un segundo plano, algo que, según fuentes cercanas a Zarzuela, no lleva nada bien.

Todo preparado para el Día de la Hispanidad
Leonor lucirá su uniforme militar, el mismo que viste a diario en su formación como cadete. Camisa blanca, chaqueta verde, pantalón o falda y corbata negra. Un conjunto sobrio que ella defiende con orgullo porque representa su compromiso con el país. Se espera que, como el año pasado, haya una recepción a las autoridades en el Palacio Real al finalizar el desfile de las Fuerzas Armadas.
Sin embargo, la tensión llega después, cuando debe cambiarse de ropa para asistir una celebración más íntima en el salón interior. Se reunirá con las personas más importantes del país. Y ahí empieza el conflicto.
Letizia impone, como siempre, la última palabra en cuestión de vestuario. Su estilista de confianza revisa cada detalle. El largo del vestido. El tipo de tacón. El color. Todo pasa por el filtro de la reina. Pero Leonor ya no se deja dirigir tan fácilmente. Está cansada de sentirse disfrazada, de parecer “demasiado clásica” para su edad. En palabras de una fuente próxima a la Casa Real, “no quiere parecer una señora mayor con 19 años”.

Conflictos entre Letizia y sus hijas por el estilismo
Los enfrentamientos por este motivo son cada vez más frecuentes. Letizia quiere control total, teme que sus hijas la eclipsen en los actos públicos. Leonor quiere independencia, desea elegir sus propios atuendos y reflejar la imagen de una futura reina moderna. Entre madre e hija se ha abierto una brecha difícil de cerrar.
Incluso Sofía ha tomado partido. Aunque suele mantenerse al margen, comparte el deseo de su hermana de mostrarse más natural. Ambas han comentado en privado que no quieren volver a escuchar críticas sobre su estilo, ni sentirse parte de una estrategia estética impuesta desde el despacho de su madre. “Queremos vestir como chicas jóvenes, no como reinas de los años 60”, habría dicho Leonor en tono irónico a su entorno cercano.

La reina, sin embargo, no cede. Considera que la imagen institucional debe prevalecer sobre los gustos personales. Cree que la ropa de sus hijas no es una cuestión de moda, sino de representación monárquica. Pero Leonor, cada vez más firme y segura, le recuerda que esa imagen también depende de la autenticidad.
En Zarzuela se respira tensión. Los estilismos se han convertido en un campo de batalla silencioso. Leonor está marcando su territorio, dejando claro que ya no es una adolescente sumisa. Y Letizia, acostumbrada a tener el control absoluto, no encuentra la forma de manejar esta nueva realidad.