En el entorno más íntimo de la Casa Real se ha encendido una señal de alarma: la princesa Leonor podría haber heredado una afección neurológica que ha acompañado en silencio al Rey Felipe VI durante gran parte de su vida. Según fuentes cercanas al círculo médico de Zarzuela, la heredera al trono está recibiendo tratamiento preventivo para controlar los síntomas iniciales de una enfermedad que pasa de padres a hijos: la narcolepsia.
En el caso del Rey, esta condición crónica fue especialmente difícil durante sus años escolares, donde la necesidad repentina de dormir en momentos inapropiados afectó su rendimiento. En el caso de Leonor, el diagnóstico no ha sido confirmado oficialmente. En realidad no se han dado episodios como los que padeció Felipe. Sin embargo, distintas señales apuntan a que Leonor ha comenzado a mostrar un patrón de somnolencia anómala, muy similar al que vivió su padre en la adolescencia. Se dice que suele ocurrir después de sus noches de escapada. Pero en palacio consideran que cualquier precaución es poca.
Tratamiento de prevención para la princesa Leonor
La narcolepsia es un trastorno que impide regular correctamente los ciclos de sueño y vigilia. Quien la padece puede experimentar ataques de sueño repentinos, pérdida de control muscular e incluso episodios de parálisis del sueño. Aunque no tiene cura, puede tratarse de forma sencilla con una combinación de fármacos y rutinas controladas.
Los síntomas de Leonor comenzaron a llamar la atención de su equipo educativo y de sus instructores militares incluso antes de embarcarse en el buque escuela Juan Sebastián Elcano, donde realiza parte de su formación como futura jefa del Estado. Algunos compañeros comentaron, sin darle inicialmente importancia, que solía desconectarse en mitad de las clases o mostraba un cansancio extremo sin razón aparente. En un primer momento se relacionó con el estrés o el ritmo exigente de su agenda, así como a su vida agitada fuera del barco. Sin embargo, los médicos no han bajado la guardia.
Refuerzan las medidas de control
La princesa sigue una rutina supervisada por especialistas en medicina del sueño, con el objetivo de contener cualquier evolución negativa. Se le ha prescrito un seguimiento riguroso de sus horarios de descanso, cambios en su dieta, y posiblemente un tratamiento farmacológico leve. Algo que no ha sido fácil de controlar durante la travesía. Y que casualmente hayan aparecido algunos síntomas cuando ha bajado el control estricto, ha generado cierta preocupación en su entorno. Por suerte para la princesa es que, a diferencia de su padre, que vivió esta condición en un contexto menos comprendido, Leonor cuenta con un equipo médico altamente especializado y con el respaldo pleno de su familia. Y se ha decidido ampliar las precauciones para evitar cualquier susto.
La discreción en torno al tema es máxima, pero la preocupación en Zarzuela es real. La formación militar, la exposición pública y la presión institucional hacen indispensable que la princesa mantenga una salud física y emocional estable. Por eso, lejos de ignorar los primeros signos, la familia real ha optado por la prevención.