Durante décadas, la imagen de la monarquía española se ha presentado como un modelo de estabilidad y respeto mutuo. No obstante, diversos testimonios y publicaciones revelan un lado oscuro en el matrimonio de Juan Carlos I y la reina Sofía. Hay acusaciones de maltrato físico y humillaciones constantes que habrían sido silenciadas por sus propios hijos.
Según la periodista Pilar Eyre, Juan Carlos I ejercía un dominio absoluto sobre Sofía, sometiéndola a castigos físicos y verbales cuando ella desafiaba sus límites. Eyre recoge episodios como el del bastón: en una visita oficial, el monarca golpeó a su esposa con el bastón real para “corregir su actitud”, un incidente que nunca salió a la luz pública en su momento. También se menciona una situación en la Catedral de Santiago, donde, ante un tropiezo de Sofía, Juan Carlos reaccionó con desprecio y agresividad. “Déjame en paz, quién te ha dicho que me ayudes”, le habría dicho el emérito a Sofía, según un experto en lectura de labios.

Los hijos de la reina Sofía, testigos silenciosos
Las hermanas de Felipe VI, la infanta Elena y la infanta Cristina, junto al propio rey, serían plenamente conscientes de estas agresiones, pero nunca alzaron la voz. Según fuentes cercanas al núcleo duro de la familia real, optaron por guardar silencio para proteger la integridad institucional de la Corona y evitar un escándalo de gran repercusión. De ese modo, el maltrato continuado quedó silenciado tras los muros de Zarzuela.
Testimonios como Javier Bleda describen las humillaciones y la falta de apoyo que Sofía sufrió. No solo soportó las múltiples infidelidades del rey, que llegarían a superar las 5.000 relaciones extramatrimoniales, según estimaciones del periodista Joaquín Abad, sino también un clima de menosprecio constante. Insultos como “tonta” y comentarios que violaban su autoridad como reina consorte han sido durante años la tónica habitual.

La reina Sofía siempre soportó los maltratos en silencio por el bien de la corona
El silencio oficial se mantuvo incluso cuando el público pudo percibir la tensión durante apariciones conjuntas o recepciones. Desde dentro se prefirió no interpelar al rey emérito, priorizando la imagen de unidad y estabilidad. El resultado fue un encubrimiento sistemático, que permitió que estos episodios perdurasen en el tiempo.
A pesar de que la reina Sofía jamás se quejó públicamente ni emprendió acciones legales, los expertos en lectura de labios y los testigos presenciales han revelado algunos episodios de lo ocurrido. Imágenes analizadas de eventos oficiales muestran gestos de dolor y sumisión, mientras Sofía se esfuerza por mantener la dignidad ante el foco público. Siempre por el bien de la corona.