Leonor se prepara para ser la futura reina de España. A mediados de este mes de julio terminará el segundo año de formación, en esta ocasión con la Armada, la parte más dura hasta la fecha. Necesita las máximas condecoraciones de todos los ejércitos para poder heredar el trono. Se ha implicado al máximo aunque no sea su pasión porque sabe perfectamente cuál es su deber, así se le inculcó.

Felipe VI y Letizia no quieren sobreexponer a Leonor. Los reyes tratan mucho su imagen, están siguiendo una estrategia muy clara que les está funcionando. La princesa ya recibe un gran aprobado por parte de la ciudadanía, casi por encima de su padre. Se han alejado completamente de los Borbón. Era la máxima prioridad de Letizia. Empieza una nueva etapa en la corona con ella.
Mucho se ha hablado de ella a lo largo de todos estos años, y lo que se hablará. Ya que será la reina de España y ahora mismo la princesa. Cualquier movimiento de ella o su entorno interese mucho. Se ha hablado de algunos problemas de su físico, como la corrección de su dentadura. Sufría agenesia dental. Sus dos colmillos habían desaparecido y tuvieron que ponerle dos implantes al cumplir la mayoría de edad, además de usar aparatos para la correcta alineación y hacer espacio en una boca tan pequeña. Ahora luce un aspecto mucho más saludable y una dentadura más bonita.
También se han fijado en su nariz, que Letizia quiere que se opere porque se parece demasiado a la de Juan Carlos I, y como quiere que no se parezca en nada a él haría cualquier cosa. Pero por ahora ella quiere lucir natural. Sin retoques estéticos. Es muy joven y muy atractiva.
Leonor nació con una pequeña malformación
Pero de lo que nadie se ha percatado es de una pequeña mancha que tenía en los orificios de su nariz cuando era una bebé que ha desaparecido por completo. Se trata de un angioma, una malformación benigna en la nariz que le acompañó durante sus primeros años de vida.
Según la Sociedad Española de Medicina Interna, los angiomas son “unas malformaciones benignas de los vasos sanguíneos o de los vasos linfáticos”. Estos pueden ser congénitos, es decir, que aparecen desde el momento de su nacimiento, o aparecer más tarde. “Pueden formar manchas más o menos grandes, de tamaños y aspectos diversos. Son manchitas de color rojizo que suelen desaparecer al ejercer presión sobre ellos y vuelven a recuperar el color por sí solos”, apuntan desde la sociedad mencionada. Según los expertos no pueden evitarse y en la mayoría de los casos desaparecen solos con el tiempo. Suelen ser a los tres años, aunque hay otros que necesitan de láser o cirugía para acabar con ellos, como fue el caso de la joven princesa. Juan Carlos I también nación con uno, así que probablemente sea un caso hereditario.
