La relación entre los hijos de Lady Di, Guillermo y Harry, ha sido objeto de atención y especulación durante años, especialmente por la notable distancia que los separa en la actualidad y los problemas que parecen haber marcado su vínculo en los últimos tiempos. Desde pequeños, los dos mostraron signos de una rivalidad que, con el tiempo, se fue convirtiendo en una brecha difícil de cerrar.
Según el periodista británico Robert Jobson, las discusiones entre los jóvenes príncipes parecían predecir lo que sucedería en su vida adulta: una ruptura definitiva. Jobson relata datos que conoció por Lady Di y que sucedieron en la infancia de Guillermo y Harry. Uno de los hechos es que bromeaban sobre quién sería el mejor en el rol de rey, aunque desde el principio estaba claro quién era el heredero al trono. Sin embargo, estas conversaciones infantiles reflejaban una competencia que, con los años, se intensificó y se convirtió en un conflicto abierto.

Por otro lado, Jeremy Paxman, experiodista y presentador británico, reveló en una entrevista que la madre de ambos le confió que en ciertos momentos su hijo mayor se sentía inseguro y llegaba a decir que no quería ser rey. Harry, en respuesta, le habría dicho: “si no quieres el título, puedo ser yo quien lo lleve”, mostrando su deseo de asumir ese papel y su ambición por la corona.
Además, Jobson señala que la que fuera princesa de Gales creía que el actual marido de Meghan Markle sería más adecuado para llevar la corona en el futuro, ya que percibía en él cualidades como la motivación y la capacidad de liderar y ayudar a otros. En privado, Diana se refería a Harry como el “Gran Rey Harry”, una señal de su confianza en sus potenciales cualidades de liderazgo.
Lo que Lady Di no pudo evitar en el crecimiento de Guillermo y Harry
No todo el conflicto entre los hermanos y las complicaciones con la institución monárquica se deben únicamente a estas rivalidades infantiles. Ingrid Seward, especialista en monarquía británica, explicó en una entrevista con el Daily Mail que el comportamiento errático del duque de Sussex se atribuye en parte a la permisividad excesiva de Carlos III. La estrategia del rey, en un intento por compensar que su hijo menor no sería el heredero directo, fue dejar que hiciera lo que quisiera, lo que resultó ser perjudicial para su madurez y su relación con la familia.

A pesar de que el aristócrata se ve a sí mismo como una víctima de las circunstancias, Seward afirma que en realidad su ira está dirigida principalmente hacia Guillermo y que nunca supo gestionar esa frustración de manera saludable. La dinámica entre los hermanos, marcada por expectativas, competencias y decisiones personales, parece haber sido anticipada por Diana de Gales, quien en su intuición y amor por sus retoños ya vislumbraba los caminos que tomarían en el futuro.
Lady Di no pudo seguir cuidando de Guillermo y Harry, por lo que siempre quedará la duda de si, de haber seguido con vida, habría sido un cambio significativo en el lazo afectivo de sus descendientes.