Con 87 años, el rey emérito Juan Carlos I se enfrenta a un escenario complejo. La preocupación por su salud es evidente. En sus últimas apariciones públicas, Juan Carlos I se ha mostrado visiblemente desmejorado. Camina con ayuda de un bastón y necesita asistencia constante. Evita a las cámaras. No quiere ser visto en una silla de ruedas, lo que genera situaciones tensas. En una ocasión reciente, tuvo serias dificultades para subir a su embarcación, lo que desató un episodio de frustración.
En este contexto, los médicos desaconsejan que esté solo y tan lejos de su entorno. Las largas horas de vuelo ya no son una opción viable. Sus problemas de movilidad son cada vez más evidentes. En este contexto, Portugal surge como la alternativa más razonable: cerca de España, pero lejos del escrutinio constante de la prensa nacional.
Juan Carlos I elige una vivienda en Cascáis
Durante sus visitas recientes, el emérito recorrió varias propiedades en Estoril y Cascáis. Finalmente, eligió una mansión en esta última localidad. Se trata de una vivienda amplia, con vistas al mar, que ahora está siendo adaptada a sus necesidades. Entre las reformas destacan la instalación de rampas, barandillas y el ensanche de zonas de paso, todo pensado para garantizar una mejor accesibilidad.
Unas obras que Juan Carlos visitó en persona recientemente. Todo comenzó hace unas semanas. El padre del rey Felipe VI voló a Sanxenxo con la intención de participar en unas regatas, como en ocasiones anteriores. Sin embargo, la situación geopolítica en Oriente Medio truncó sus planes posteriores. No pudo regresar a Abu Dabi. Ante esta realidad, Felipe VI dio su consentimiento para que su padre permanezca más cerca, siempre bajo una estricta discreción.
Juan Carlos I supervisa las obras personalmente
Aprovechando esta estancia más larga en Sanxenxo, Juan Carlos aprovechó para hacer una visita privada a las obras. Quería verificar personalmente que todo avanzaba según lo planeado. No delegó esta tarea. Quiere que ese nuevo hogar esté preparado para su mudanza definitiva. Sus intenciones pasan por realizarla a finales de julio.
A pesar de su carácter testarudo, el exmonarca sabe que esta decisión es necesaria. No quiere morir solo ni que su cuerpo sea repatriado desde un país lejano. Portugal representa una solución digna y cercana. A solo unos minutos en coche de la frontera española, y a una hora en avión de Madrid, podrá estar más cerca de su familia y bajo mejores cuidados.