La infanta Elena mantiene una estrecha y constante cercanía con su padre, el rey emérito Juan Carlos I. A lo largo de los años, ha sido una de las figuras de mayor confianza para él dentro del núcleo familiar y una firme defensora ante su propio hermano, el rey Felipe VI. Por expreso deseo de este último, ha asumido la tarea de acompañar al emérito en sus desplazamientos, además de mantener al resto de la familia informada sobre su situación.

El estado físico de Juan Carlos I se ha ido deteriorando progresivamente debido a su edad avanzada y a las múltiples dolencias que padece, especialmente en lo que respecta a su movilidad. Hace unas semanas, se trasladó al hospital La Tour, en Ginebra, para someterse a una intervención menor relacionada con el marcapasos, así como a una evaluación médica por la artrosis que le afecta de manera severa. Los especialistas han sido claros: necesitará una silla de ruedas de forma permanente, lo que implica una dependencia total en su día a día.
Consciente de la situación, la infanta Elena ha tomado medidas para hacer la vida de su padre más cómoda. Adaptó su domicilio para personas con movilidad reducida y llegó incluso a ofrecer su casa como posible residencia para él. No obstante, por motivos personales y logísticos, Juan Carlos I no contempla Madrid como una ciudad viable para establecerse de manera definitiva por ahora.
Aprovechando la ausencia de los reyes, que se encontraban en Roma con motivo del funeral del Papa Francisco, el emérito viajó discretamente a Galicia para asistir a unas regatas en Sanxenxo, una de sus pasiones. Llegó a Pontevedra el martes 22 de abril en un vuelo privado procedente de Abu Dabi y se instaló en la residencia de su amigo Pedro Campos, que una vez más le ofreció alojamiento.
Juan Carlos I estaba solo cuando sufrió una aparatosa caída
Durante el fin de semana, la infanta Elena se reunió con él para acompañarlo en su estancia. Aunque no pudo acudir antes por cuestiones laborales, su presencia tuvo un impacto positivo en el ánimo del rey emérito, quien se mostró más animado y sonriente. La infanta demuestra así su compromiso incondicional con su padre, apoyándolo tanto en los buenos momentos como en los más complejos.
Pese a las limitaciones físicas, Juan Carlos I continúa participando en las regatas, gracias a que su barco fue adaptado especialmente para permitirle seguir navegando. Sin embargo, el pasado fin de semana sufrió una caída en la casa de Pedro Campos, aparentemente al intentar desplazarse por su cuenta. Fue encontrado con molestias en la cadera, lo que obligó a la infanta a contactar con Felipe VI de inmediato, aun sabiendo que su agenda estaba completamente comprometida con el funeral del pontífice y la final de la Copa del Rey.
