Juan Carlos I mantiene la firme decisión de regresar a Madrid el próximo mes de noviembre con un objetivo muy concreto: presentar en persona sus memorias. Este acto, previsto para el día 12, se desarrollaría en un lugar aún por concretar y contaría con un formato reducido, pero con invitados muy seleccionados. Lo relevante no es solo la cita literaria, sino el hecho de que el emérito quiere llevarla a cabo a pesar de que su hijo, Felipe VI, y el equipo de la Casa Real no ven con buenos ojos la idea.
El libro del emérito aborda episodios centrales de su vida, desde su infancia hasta los momentos clave de su reinado, sin olvidar su salida de España y los últimos años residiendo en Abu Dabi. Aunque se presenta como un repaso personal a su trayectoria, también incluiría opiniones y reflexiones que podrían generar debate público. Precisamente, es este contenido el que motiva la preocupación del entorno de Felipe VI, que preferiría evitar una exposición mediática que reabra asuntos que la institución ha intentado dejar en segundo plano.
En el ámbito familiar, la decisión del emérito ha encontrado un respaldo claro por parte de las infantas Cristina y Elena. Ambas han mostrado su apoyo y estarían ayudando a su padre a coordinar detalles logísticos y de agenda para que el evento salga adelante sin contratiempos. Esta posición contrasta con la postura de Felipe VI, que no comparte la iniciativa y mantiene sus reservas sobre la conveniencia del acto.
Un regreso con implicaciones personales y familiares
El viaje a Madrid no solo tiene un significado público, sino también un componente personal. Desde su traslado a Abu Dabi en 2020, Juan Carlos I ha realizado visitas puntuales a España, siempre rodeadas de gran expectación. Sin embargo, esta ocasión se percibe como especialmente relevante, ya que combina la proyección mediática de una presentación editorial con el simbolismo de un regreso decidido y visible.

A nivel institucional, el reto para la Casa Real será gestionar el impacto de un evento que, aunque no cuenta con su respaldo, inevitablemente afectará a la percepción pública de la monarquía. Felipe VI ha orientado su reinado hacia la estabilidad, la transparencia y la neutralidad institucional. Un acto protagonizado por su padre y centrado en recuerdos y valoraciones personales puede alterar esa línea, al menos de forma temporal.
El resultado final de este episodio dependerá de cómo se desarrolle la presentación y del eco que tenga en la opinión pública. En cualquier caso, marcará un nuevo capítulo en la compleja relación entre Juan Carlos I, su familia y la institución que representó durante casi cuarenta años.