Irene Urdangarin ha tomado una decisión contundente. La hija menor de la infanta Cristina ha roto todo contacto con la rama central de la familia real. No llama, no responde mensajes, no quiere saber nada. Su actitud es clara: silencio absoluto.
Todo comenzó años atrás, cuando su madre, Cristina, pasó de ser una de las figuras más queridas en la familia real a convertirse en una persona incómoda. Letizia fue clave en ese cambio. Desde su llegada a Zarzuela, no soportó a Cristina. Ni a los Borbón. Ni a la reina Sofía. Ni mucho menos al rey emérito. Y esa tensión fue en aumento.

Sin contacto entre Irene Urdangarin con Leonor y Sofía
La relación entre Letizia y Cristina estalló en 2005, tras el bautizo de Irene. Un gesto de desprecio por parte de Letizia fue el detonante. Desde entonces, nunca volvieron a ser amigas. Al contrario: su vínculo se volvió frío y hostil.
Años después, con el escándalo del Caso Nóos, la situación empeoró. Letizia marcó distancia. Se convirtió en la voz que exigía aislamiento para Cristina. Fue una actitud contundente, que hirió profundamente a la infanta y a sus hijos.
Irene, la más joven, fue también la que más sufrió ese distanciamiento familiar. Creció viendo cómo su madre era apartada y humillada. Cómo se le cerraban puertas. Cómo sus primos, Leonor y Sofía, ya no eran parte de su vida. Y ha dicho basta.

Los Urdangarin no quieren saber nada de los borbones
Al igual que sus hermanos, Juan, Pablo y Miguel, Irene ha optado por romper relaciones. No contesta mensajes. No devuelve llamadas. No quiere encuentros forzados ni fotos de familia para la prensa. No finge.
Su decisión no es impulsiva. Viene de años de observación, dolor y decepción. En su entorno confirman que Irene siente que su madre ha sido maltratada por Letizia, y no quiere tener ningún lazo con quien ha causado tanto daño.
Felipe VI lo sabe. Pero no actúa. Prefiere mantener el equilibrio institucional. Mientras tanto, el vínculo familiar se rompe en silencio. Sin escándalos públicos. Pero con consecuencias reales.