Los Premios Princesa de Asturias 2025 dejaron imágenes llenas de emoción, discursos solemnes y gestos simbólicos. Pero, entre tanto brillo y protocolo, una ausencia pesó más que cualquier presencia: la de Irene de Grecia, conocida cariñosamente como la tía Pecu. Su delicado estado de salud y su visible deterioro han conmovido profundamente a la familia real española y, sobre todo, a su hermana, la reina Sofía, que vive con una angustia constante.

La tía Pecu ha sido durante décadas una figura entrañable en el entorno de Zarzuela. Siempre discreta, amable, cercana. Pero las últimas informaciones sobre su estado físico y mental hielan la sangre. Su última aparición pública en silla de ruedas, con una expresión perdida y un cuerpo visiblemente frágil, impactó a quienes la vieron. El Alzhéimer que padece desde hace más de dos años avanza sin freno, consumiendo poco a poco a una mujer que antes irradiaba serenidad y dulzura.

Irene de Grecia de boda en Atenas, octubre 2024 / Gtres
Irene de Grecia de boda en Atenas, octubre 2024 / Gtres

La reina Sofía no puede ocultar su tristeza por el estado de su hermana Irene

Durante la gala en el Teatro Campoamor, la reina Sofía no logró ocultar su preocupación. Estaba allí, pero su mente no. Las cámaras captaron su semblante serio, la mirada perdida, la emoción contenida. “No está para celebraciones”, comentaban algunos asistentes. Y era cierto. Su corazón, más que en Oviedo, estaba en Madrid, junto a su hermana enferma, atendida las 24 horas por el personal médico de Zarzuela.

Sofía ha decidido dedicarle todo el tiempo posible. Este verano incluso quiso renunciar a Marivent para quedarse a su lado. No quería sol, ni actos sociales, ni apariciones públicas. Solo estar con Irene. Al final su hijo Felipe VI la convenció, pero su viaje fue fugaz. Apenas 24 horas para la recepción oficial.

La reina Sofía y su hermana Irene saliendo de un concierto / Europa Press
La reina Sofía y su hermana Irene saliendo de un concierto / Europa Press

Muchos preguntaron por ella, pero las noticias no eran esperanzadoras

Los asistentes a los premios notaron esa tristeza silenciosa. Muchos se acercaron a la reina para preguntar por su hermana. Le ofrecieron palabras de cariño, ánimos, consuelo. Pero el gesto de Sofía lo decía todo. Su voz, normalmente pausada y amable, sonaba quebrada. La ausencia de Irene se sintió como una presencia invisible que helaba la sangre de quien preguntaba al saber que las noticias no eran esperanzadoras.

Sofía intenta mantener una fachada de normalidad. Sin embargo, el deterioro de la tía Pecu es un golpe emocional que la tiene sumida en una gran preocupación. Cada año, su ausencia en los actos oficiales pesa más. Antes, era habitual verla en Oviedo, sonriente, saludando discretamente a los asistentes. Hoy, su silla vacía simboliza un silencio doloroso. Un silencio que Sofía lleva por dentro.