La infanta Sofía es la verdadera joya de la corona. Vive a la sombra de su hermana, la princesa Leonor y futura reina de España si es que la familia no se ha cargado antes el chollo. Pero lo tenemos claro: la joven de 15 años sería la opción más correcta, más saludable y más juiciosa si nos dejaran escoger sucesora para Felipe VI. La adolescente es mucho más real (que no royal), tiene los pies en el suelo, y parece liberada del corsé que aprieta a los miembros de la estirpe borbónica. Es más simpática y, sobre todo, más trabajadora. Una cosa extraña en este universo paralelo, sí.
La demostración de este talante impropio de su sangre tuvo lugar la semana pasada. Había fiesta en Zarzuela. No demasiado grande, cierto, pero era una celebración. La hermana de la otra Sofía, la reina emérita, cumplía 80 años. Irene de Grecia es la compañera inseparable de la mujer de Juan Carlos, van juntas a todas partes, y también es su confesora. Tendrá trabajo, porque la pobre Sofía sénior es bastante desgraciada: buena parte de los suyos la detestan, la ignoran y lo arrinconan. Triste existencia la suya.
Pues bien, Irene organizó una merienda para celebrar su nacimiento y convocó a unas treinta personas en palacio. Entre ellas, amigos y familiares venidos de Grecia (como la reina Ana Maria, mujer de Constantino), un sacerdote del rito ortodoxo, y la plana mayor de la familia real: Felipe VI, Letizia y la mencionada Sofía. Evidentmente Leonor no, ya que todavía está en el internado de Gales viviendo la vida loca de la libertat. Madre e hija no se quedaron demasiado rato, quizás porque a la madre su familia política le hace poca gracia, como demostró en la Catedral de Palma. La versión oficial es que la niña tenía otra fiesta. En todo caso, a pesar de marcharse temprano, Sofía se hizo notar. E hizo algo imposible y nunca vista en un miembro de la realeza española: trabajar. Como siga así, la desheredan. Palabra. Torres más altas han caído.
Las crónicas de la fiesta hablan de una joven que no tuvo manías para colaborar con los camareros que llevaban las bandejas con canapés y bebidas a los asistentes. Una actividad que la coloca muy arriba en el ranking de Borbones 'currelas'. Sólo Pablo Urdangarin, jugador de balonmano, y el primo modelo Ignacio participante de 'Supervivientes' pueden presumir de una hazaña como tal. Froilán y Victoria Federica, los mayores y los más holgazanes, se estremecerían con esta actitud de plebeya de Sofía. Pero adivinen: no estaban allí. Seguro que tenían otra jarana mucho más golosa en su agenda.
Esperando el día a que Sofía se marques un príncipe Harry y mande la monarquía y la sangre azul a hacer gárgaras. Entonces sí que será una reina.