La tensión en la familia real española no es un secreto. Y ahora, la infanta Elena y su hermano, el rey Felipe VI, llevan meses sin dirigirse la palabra. El motivo: su padre, el rey emérito Juan Carlos I. Elena siempre ha sido fiel a Juan Carlos. Lo ha defendido públicamente y en privado. Ni los escándalos financieros, ni las polémicas amorosas, ni las humillaciones constantes a la reina Sofía han logrado distanciarla de él.
Mientras tanto, Felipe ha tomado otro camino. Tras la abdicación de su padre, decidió marcar distancias. Quiso renovar la institución. Limpiar la imagen de la monarquía. Y eso, para Elena, fue una traición.
La infanta Elena, a favor de su padre y contra Felipe VI
La infanta nunca ha aceptado cómo se gestionó la salida del emérito. Desde entonces, ha intentado por todos los medios que Juan Carlos regrese a España. Pero Felipe, respaldado por Letizia, no ha cedido. Esa negativa ha sido el punto de ruptura entre los dos hermanos.

Las discusiones han sido constantes. Elena acusa a su hermano de debilitar la figura del padre. Felipe, por su parte, reprocha a su hermana su afán por entrometerse en decisiones de Estado. El silencio entre ambos es total. Y la distancia, insalvable.
Según fuentes próximas a Zarzuela, Elena ha presionado en privado. Ha hecho llamadas, organizado encuentros y movido influencias para facilitar el regreso de Juan Carlos. Incluso se sospecha que ha alentado algunas de las acciones más polémicas del emérito en los últimos tiempos.

La infanta Elena desafía a Felipe por Juan Carlos I
El Centro Nacional de Inteligencia ha detectado estos movimientos. Un informe confidencial, solicitado por Felipe, revela que Elena podría estar detrás de varias maniobras del exmonarca. Entre ellas, las demandas interpuestas contra Corinna Larsen y Miguel Ángel Revilla. Actos sin consulta previa a la Casa Real y considerados como un reto directo a la autoridad del actual rey.
No es todo. Elena estaría coordinando la publicación de las memorias del emérito, bajo el título "Reconciliación". Un intento de blanquear su imagen y, de paso, cuestionar el papel de su hijo desde el trono.

Además, habría ayudado en la búsqueda de una residencia en Portugal, cerca de la frontera con España. Un lugar discreto, cómodo, desde donde Juan Carlos podría entrar y salir del país sin restricciones. Unas maniobras que han terminado de volar por los aires la relación de la infanta y el rey.