El verano arranca con una nueva señal de tensión en el seno de la familia real. Este año, dos de los miembros más jóvenes y mediáticos del clan Borbón no estarán presentes en Mallorca: ni Victoria Federica ni Froilán tienen previsto pasar sus vacaciones en el Palacio de Marivent. Su ausencia no es casual ni fruto de otros compromisos, sino que se interpreta como un gesto claro de desacuerdo con la política de separación interna que se ha venido imponiendo en los últimos años.
Tanto Victoria como Froilán han decidido no viajar a la isla balear este verano, una decisión que no ha pasado desapercibida dentro del entorno familiar. Según apuntan fuentes cercanas, ambos consideran injusto el veto tácito que impide que las ramas de los Urdangarin y los Marichalar coincidan con la reina Letizia y sus hijas en Marivent. Esta estrategia, que busca evitar tensiones internas y exposiciones públicas incómodas, ha terminado provocando un efecto contrario: una sensación creciente de distanciamiento y exclusión dentro del núcleo familiar.

La reina Letizia mantiene una agenda muy cuidada cada verano, con estancias breves en Mallorca centradas en actos oficiales y apariciones limitadas. A esto se suma la voluntad de preservar la imagen institucional de sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía, evitando coincidencias con otros miembros de la familia que han estado tradicionalmente más expuestos a la vida social y mediática.
Un verano más con Marivent dividido
Esta política no escrita ha ido marcando los veranos en Marivent desde hace varios años, con la consecuencia directa de que las ramas familiares de las infantas Elena y Cristina han ido quedando al margen. La infanta Cristina ya ha optado por organizar sus propias vacaciones lejos de Mallorca, y ahora los hijos de la infanta Elena parecen seguir esa misma línea.
Victoria Federica, muy activa en redes y en eventos sociales, ha preferido organizar un verano por su cuenta, lejos del protocolo y de la rigidez que impone Marivent durante las estancias oficiales. Froilán, por su parte, sigue manteniendo una vida discreta y alejada del foco, y este año tampoco formará parte del tradicional verano real.
El rey Felipe VI se enfrenta así a un escenario familiar fragmentado, donde el equilibrio entre la imagen institucional y los lazos personales resulta cada vez más difícil de mantener. Mientras Letizia continúa apostando por una presencia limitada y controlada en la isla, el resto de la familia toma caminos separados, marcando un verano más sin unidad visible en Mallorca. La ausencia de Victoria y Froilán se suma a la ya habitual de la infanta Cristina, reforzando la sensación de que Marivent es hoy más un símbolo de separación que de reunión familiar.