La Casa Real española ha sido durante décadas una institución trabaja sin descanso para evitar filtraciones y revelación de secretos. Muchos de sus escándalos más comprometidos han sido enterrados discretamente. Sin embargo, algunos episodios, por mucho que se intente taparlos, acaban saliendo a la luz. Uno de los más delicados tiene que ver con un caso de alcoholemia que durante años ha sido cuidadosamente silenciado, especialmente por su hija, la infanta Elena.

Este incidente se remonta a 2012, durante el polémico viaje del entonces rey Juan Carlos I a Botswana para participar en una cacería de elefantes. Un desplazamiento que, por sí solo, generó una fuerte ola de críticas. Fue en ese viaje donde Juan Carlos I sufrió una grave caída que obligó a su evacuación médica, un hecho que no se comunicó inmediatamente, precisamente por las circunstancias en las que ocurrió. Y aunque el rey pidió perdón públicamente con su famoso “Lo siento mucho. No volverá a ocurrir”,  aquel episodio escondía un trasfondo aún más oscuro.

Joan Carles de caça a Botswana / EFE
Juan Carlos de caza en Botswana / EFE

Juan Carlos I no se aguantaba en pie en Botswana

Según el testimonio de Corinna Larsen, ex pareja del emérito, fue una noche de excesos alcohólicos la que desencadenó el accidente. En un ambiente de fiesta con amigos y botellas que desaparecían con rapidez, Juan Carlos alcanzó un estado de embriaguez tan avanzado que apenas podía mantenerse en pie. Fue en ese contexto que sufrió la lesión en la cadera, al perder el equilibrio al regresar a su alojamiento.

La Casa Real, con una importante intervención de una infanta Elena siempre pendiente de su padre, actuó con rapidez para minimizar el escándalo. Se evitó a toda costa su ingreso inmediato en un hospital español, y fue Corinna quien, alarmada por su estado, organizó un traslado de urgencia en su jet privado. Durante el vuelo, el estado de Juan Carlos se deterioró aún más. Pese a las advertencias médicas, siguió bebiendo, y cuando Corinna le pidió que se detuviera, respondió con una frase que quedará para la historia: “Yo soy el rey de España y hago lo que me da la gana”.

Joan Carles fent un brindis / GTRES
Juan Carlos  / GTRES

Obligado a dejar el alcohol por su delicado estado de salud

Ante la gravedad del asunto, fueron los hermanos del rey, especialmente la infanta Elena, quienes tomaron las riendas para frenar la exposición pública del caso. Con la colaboración de altos cargos de Zarzuela, lograron frenar filtraciones y desviar la atención mediática. La caída fue atribuida a un simple accidente, y el verdadero motivo se mantuvo en la más absoluta discreción durante años.

Este encubrimiento, sin embargo, no consiguió borrar las huellas. El incidente y sus detalles han terminado por hacerse públicos, dejando en evidencia el problema de alcoholismo que tenía el emérito. La imagen de Juan Carlos I, ya desgastada por otros escándalos, recibió así un golpe más, pese a los intentos de su entorno más cercano por preservar lo poco que quedaba de su prestigio institucional.

Cabe decir que en la actualidad, el alcohol ha sido limitado a  Juan Carlos I por prescripciones médicas. Ni siquiera una copa de vino para comer. El emérito siempre consume agua. En la misma línea, los médicos también le han prohibido fumar.