El pasado sábado, la Casa Real volvió a verse envuelta en un nuevo escándalo. Esta vez, el protagonista fue Froilán, el hijo de la infanta Elena y sobrino del rey Felipe VI. Su comportamiento en una discoteca de Ibiza ha levantado una fuerte polémica que ha llegado directamente al despacho del monarca.

Froilán, que vive en Abu Dabi bajo la tutela de su abuelo, Juan Carlos I, había regresado a España con motivo de su cumpleaños, celebrado el 17 de julio. Planeaba pasar varias semanas entre Madrid, Marbella e Ibiza, sus destinos favoritos. Aunque oficialmente sigue en el extranjero, sus apariciones públicas en territorio español siempre generan controversia.

Froilán

Froilán la vuelve a liar de madrugada

El último episodio lo protagonizó en una conocida discoteca ibicenca. Allí, una mujer ha denunciado públicamente en TardeAR que el joven tuvo una actitud prepotente y desafiante. “Actuaba como si fuera el dueño del local”, aseguró en televisión. La joven explicó que Froilán le ofreció hacerse una foto con él como si fuera una celebridad, y que al rechazarlo, la situación se tornó incómoda. “Me dijo que era una maleducada, que era grosera. Me miró con una expresión agresiva”, relató. La escena, según testigos, fue tensa. No hubo violencia física, pero sí un comportamiento que muchos califican de intimidante.

Este nuevo altercado no ha pasado desapercibido para Felipe VI. El rey, muy celoso de la imagen institucional, ha mostrado su indignación. No es la primera vez que su sobrino aparece en los medios por su comportamiento. Pero sí ha sido la gota que ha colmado el vaso.

Froilán

Felipe VI, toque de atención a la infanta Elena

Felipe se puso en contacto de inmediato con su hermana, la infanta Elena. La llamada fue clara: esto no puede repetirse. Felipe pidió a Elena que actúe, que tome cartas en el asunto y frene el comportamiento de su hijo. La situación es insostenible para la imagen de la monarquía.

Froilán lleva años generando titulares. Desde peleas en locales nocturnos hasta escándalos en fiestas privadas, su presencia siempre levanta polvareda mediática. Por eso la Casa Real decidió exiliarlo discretamente en Abu Dabi. Allí, alejado del foco, podrían intentar mantenerlo fuera del radar.

Pero él no quiere estar allí. Está cansado del desierto, del calor, de los camellos. Quiere volver a su vida anterior. A sus noches en Madrid. A sus fiestas en Ibiza. Pero cada paso que da lo aleja más de esa posibilidad. La llamada del rey ha sido un aviso. Un límite. Un toque de atención a una madre que, en opinión de muchos, ha sido demasiado permisiva.