Todo empieza con una serie de reuniones secretas. Felipe VI se ha visto con figuras esenciales de la política española: Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. Cuatro ex presidentes. Cuatro miradas distintas, pero todos con un peso político indiscutible. El motivo oficial de estos encuentros: la inestabilidad política actual. Pero había un segundo tema, mucho más sensible y explosivo: el futuro del rey emérito Juan Carlos I.
Con 87 años, Juan Carlos I atraviesa un delicado estado de salud. Sufre una artrosis degenerativa avanzada. Algunas voces incluso hablan de un posible deterioro cognitivo. Necesita atención médica constante. Y ahí aparece el motivo de fondo: su hijo quiere que regrese. Pero no puede hacerlo solo. Necesita respaldo político. Necesita que el retorno no cause una crisis institucional.

Felipe VI mueve hilos para traer a Juan Carlos I de vuelta a España
Por el momento no ha habido decisión unánime. Existen discrepancias. Circula la opinión que su regreso es necesario debido a su delicado estado de salud. Pero también que ello puede generar un terremoto institucional y público. Aunque hay quien todavía se declara fiel al rey, una buena mayoría de ciudadanos siente animadversión por el ex monarca.
Por el momento, el asunto permanece sobre la mesa. Pero ello no quiere decir que no estén habiendo movimientos. Y es aquí donde la infanta Elena toma el protagonismo. Fiel a su padre, y más alejada del protocolo que su hermano, ha sido ella quien ha liderado unas gestiones. Ha hecho llamadas, ha movido hilos y ha viajado en silencio. Todo ello con el objetivo de, ya que no puede instalarse en España, acercarlo lo máximo posible.

La infanta Elena organiza el traslado de Juan Carlos I a Portugal
En este contexto, se está preparando su instalación en Cascáis, Portugal. Elena ha ayudado a su pare a encontrarla. Un lugar estratégico a escasos minutos de la frontera española. Lejos, pero cerca. Visible, pero sin presencia directa en Madrid. Desde allí, el emérito podrá entrar y salir del país con mayor flexibilidad, sin encender todas las alarmas.
Como ya te hemos contado, el emérito ha elegido una mansión en la zona. Una vivienda que está siendo reformada para que pueda llevar a cabo, cuyas obras ha visitado recientemente.
Un giro que, para la reina Letizia, es una auténtica pesadilla. Durante años ha vivido tranquila con el emérito a miles de kilómetros, lejos de los focos, del debate nacional , lo más importante, de ella misma y de sus hijas. Su regreso, incluso parcial, amenaza con reabrir heridas, remover escándalos y alterar los frágiles equilibrios de la monarquía actual.