La relación entre Iñaki Urdangarin y Ainhoa Armentia atraviesa su momento más delicado desde que se hiciera pública hace ya más de dos años. Lo que comenzó como una historia de amor discreta lejos del foco mediático, se ha convertido en una convivencia marcada por la frustración por el lugar secundario que ocupa Ainhoa en la vida familiar de Iñaki.
Una de las situaciones más dolorosas y repetitivas para la pareja es el rechazo que Ainhoa sigue experimentando por parte de los hijos que Iñaki tuvo con la infanta Cristina. Cada vez que el exduque de Palma se desplaza para ver a sus hijos, ella queda al margen, casi como una figura incómoda que debe ocultarse para no perturbar la paz familiar.
Ainhoa Armentia, apartada del día a día de Iñaki Urdangarin con sus hijos
El último episodio ha tenido lugar en Barcelona, donde reside Pablo Urdangarin, el hijo más mediático del ex matrimonio, que recientemente renovó contrato con el Club Balonmano Granollers. Con motivo de esta buena noticia, Iñaki y Cristina se reencontraron para compartir una celebración íntima con su hijo. Ainhoa, sin embargo, fue excluida una vez más, alojándose sola en un hotel cercano, sin participar en ningún momento del encuentro familiar.
La infanta Cristina sigue ejerciendo un fuerte control sobre cualquier intento de acercamiento entre Ainhoa y sus hijos. Aunque el divorcio entre ambos ya es cosa del pasado, ella no está dispuesta a permitir que la nueva pareja de su exmarido entre en la vida de sus hijos. Y su veto no es simbólico, es real: Ainhoa simplemente no existe para la familia.
Ainhoa empieza a estar harta de tener que esconderse
Según personas cercanas a Ainhoa, esta situación comienza a pasarle una factura emocional considerable. Siente que, tras tantos meses de relación, su posición debería haber evolucionado. Ya no es “la otra”, sino la pareja estable de Iñaki, pero sigue tratada como si fuera un secreto incómodo. Le duele especialmente tener que quedarse esperando en hoteles mientras él se entrega por completo a su faceta de padre.
La reacción de los hijos de Iñaki es dispar. Irene, la menor y la más afectada por la separación, no quiere tener ningún tipo de trato con Ainhoa. La responsabiliza de la ruptura y rechaza cualquier contacto. Miguel, aunque más prudente, también mantiene las distancias. Solo Pablo y Juan han optado por una postura más neutral, aunque tampoco muestran entusiasmo por integrarla en el círculo familiar.