La imagen de Lady Di en Marbella sigue viva en la memoria colectiva, no solo por la espontaneidad de la princesa, sino por lo que representaron aquellas fotografías que jamás debieron ver la luz. Hoy, el protagonista de ese episodio, Juan Carlos Teuma, ha hablado sin filtros y sus revelaciones han dejado al público con la boca abierta. El fotógrafo, invitado al programa Y ahora Sonsoles, no solo relató cómo consiguió la exclusiva que paralizó a la prensa internacional, sino que además destapó la verdadera intención detrás de las arriesgadas poses de Diana. Sus palabras son dinamita pura para el recuerdo de la Familia Real británica.

Lady Di sin protección oficial en Marbella: un desafío inesperado

Las declaraciones de Teuma han desvelado un detalle inquietante: Diana de Gales viajaba sin escolta durante su escapada española. Una princesa expuesta al acecho de los paparazzis, que lejos de evitar la cámara, parecía invitar a ser retratada. Según el testimonio, todo comenzó con una llamada anónima que lo puso sobre aviso: “Lady Di está en camino, va con una amiga y está buscando problemas”. Aquella advertencia fue el detonante de una historia que cambiaría la percepción pública de la princesa. Y es que Diana, con plena consciencia, se dejó captar sin la parte superior del bikini, sabiendo que esas imágenes se convertirían en portada mundial.

Una estrategia contra la reina Isabel II: la rebelión silenciosa de Diana

Lo más explosivo de la confesión es la interpretación del propio fotógrafo: “A Lady Di le encantaba pinchar a la reina”. Según Teuma, la princesa no solo se dejó fotografiar, sino que lo hizo como un acto calculado, una provocación directa contra su suegra, la implacable Isabel II. El gesto de posar al sol sin la parte superior del bañador, consciente de la persecución mediática, no puede entenderse, según él, como un descuido. Era una declaración simbólica, un golpe de libertad que pretendía sacudir los cimientos de la estricta monarquía británica. Una rebelión sutil, pero cargada de significado político y personal.

Lo que ocurrió después roza lo novelesco. Teuma aseguró que el equipo de seguridad de la Familia Real británica no tardó en actuar. Las imágenes fueron adquiridas a toda prisa y, en un acto desesperado, quemadas frente a sus propios ojos. Un intento por borrar de la historia aquel episodio incómodo que, sin embargo, ya había quedado grabado en la memoria del fotógrafo. “Fue un momento único, nunca lo he olvidado”, confesó con nostalgia y cierta ironía. La hoguera de esas fotos prohibidas no impidió que el recuerdo se mantuviera vivo, y hoy, décadas después, Teuma se atreve a revelar lo que muchos sospechaban: Diana no era solo la princesa del pueblo, sino también una estratega que sabía cómo “fastidiar” a la realeza.

La historia contada por Teuma refleja el eterno contraste de la princesa: vulnerable y perseguida, pero al mismo tiempo desafiante y consciente de su poder mediático. Hoy, al conocerse estos detalles, la imagen de Diana vuelve a ganar fuerza como icono de independencia y rebeldía frente a una institución que nunca logró dominarla del todo. Las palabras del fotógrafo no solo destapan un recuerdo oculto, sino que también reafirman el magnetismo de una mujer que incluso en una piscina, con un gesto aparentemente trivial, lograba poner en jaque a toda una monarquía.