La reina Sofía atraviesa uno de sus veranos más difíciles. La salud de su hermana, Irene de Grecia, de 83 años, se ha deteriorado. Y en la Casa Real, el temor es claro: el día que Irene falte, la vida de Sofía podría cambiar de forma radical. Podría serr un golpe devastador para la emérita.

Las dos hermanas han sido inseparables durante décadas. Su relación va más allá de la sangre. Es complicidad. Es dependencia emocional sana. Desde jóvenes, compartieron éxitos y tragedias. Exilio, pérdida del trono, viajes forzados. Crecieron entre Egipto y Sudáfrica. Aprendieron a resistir. Y lo hicieron juntas.

Para Sofía, Irene no es solo familia. Es confidente. Es refugio. Cuando su matrimonio con el rey emérito Juan Carlos se fue deteriorando, Irene ocupó el vacío. Siempre cerca. Siempre disponible. No en vano, la princesa griega vive en Zarzuela desde hace más de cuarenta años. Llegó para unos días… y nunca se fue.

La reina Sofía e Irene de Grecia
La reina Sofía e Irene de Grecia

La pérdida de Irene de Grecia puede ser devastadora para la reina Sofía

Su compañía ha sido constante. Y ahora, con Irene visiblemente debilitada y en silla de ruedas, la preocupación es máxima. Sofía podría estar desarrollando el llamado síndrome de la cuidadora. Se ha volcado por completo en su hermana. Cuidar, cuidar y cuidar. Si Irene muere, Sofía podría caer en una soledad absoluta. Un vacío que ni la corona ni la agenda oficial podrían llenar.

Los tres hijos de la reina, Felipe, Elena y Cristina, temen ese momento. Aman a su madre, pero tienen vidas propias. Compromisos, responsabilidades, familias. Saben que la pérdida de Irene dejaría a Sofía sin su principal apoyo emocional. Y no es un temor infundado. Tras la muerte de la reina Federica y del rey Constantino, la unión entre las dos hermanas se hizo aún más fuerte. Irene pasó a ocupar un lugar insustituible.

La reina Sofía y su hermana Irene saliendo de un concierto / Europa Press
La reina Sofía y su hermana Irene / Europa Press

Felipe, Elena y Cristina, muy preocupados con lo que pueda pasar con su madre

Irene, apodada “tía Pecu” por su carácter peculiar, ha sido mucho más que una figura secundaria en la familia. No se casó. No tuvo hijos. Se volcó en sus sobrinos cuando eran pequeños. Y compartió con Sofía numerosas causas solidarias. A pesar de la diferencia de temperamentos, siempre funcionaron como piezas de un mismo engranaje.

Este verano, Sofía rompió su tradición de pasar largas estancias en Mallorca. Solo acudió a la recepción del Palacio de Marivent. Después, volvió a Madrid, para estar junto a su hermana. El mensaje fue claro: Irene es la prioridad.

El paso de los años ha hecho más evidente esa unión. La salud frágil de Irene ha encendido todas las alarmas en Zarzuela. La idea de una pérdida inminente inquieta a los hijos de Sofía. No solo por el dolor que causaría, sino por el impacto psicológico que podría tener en su madre.