La situación de Irene de Grecia es cada vez más delicada. La hermana menor de la reina Sofía, conocida como la “tía Pecu”, está en el centro de todas las atenciones. Desde hace meses, su estado de salud ha ido empeorando. Ahora, permanece en Madrid, donde está siendo sometida a nuevas pruebas médicas.
La preocupación es evidente. No hay comunicados oficiales ni partes médicos. Pero el silencio en Zarzuela lo dice todo. La discreción es total, aunque algunos detalles se han filtrado. Irene apenas se mueve. Apenas habla. Y ya no reconoce los rostros más cercanos.

La reina Sofía viaja finalmente a Mallorca
En este contexto, la reina Sofía tenía previsto no viajar este verano a Mallorca. Por primera vez en décadas. Pero todo cambió. Desde Casa Real, le pidieron que asistiera, aunque solo fuera unas horas. Felipe VI lo consideró importante. Por la imagen pública y por mantener la tradición.
Ella dudó. Solo accedió cuando su hijo se lo pidió en persona. Así que voló a la isla este domingo. Sin ruido. Sabía que debía estar. Aun así, su pensamiento está en Madrid. En esa habitación donde su hermana lucha contra el olvido.
Aunque no hay diagnóstico confirmado, varios medios afirman que que podría padecer Alzheimer. Y la enfermedad avanza deprisa. Demasiado. Irene ha dejado de ser la mujer autónoma que fue. Ahora es del todo dependiente.

Irene de Grecia, controlada en todo momento
Pero Sofía no ha dejado a su hermana de la mano de Dios. Desde hace semanas, un equipo sanitario la vigila las 24 horas del día. Y durante la ausencia de la emérita, se le están realizando controles continuos. Todo está controlado. Irene está atendida, acompañada y observada. Se le han programado estudios de memoria y pruebas cardíacas constantes. No se trata solo de una revisión. Es una evaluación completa. El objetivo es doble: detectar cualquier cambio repentino y, sobre todo, tranquilizar a Sofía. La reina emérita está profundamente afectada.
A sus 86 años, la reina Sofía ha cambiado el protocolo por la rutina del cuidado. De reina a cuidadora. Sin cámara. Sin discurso. Solo con presencia. Dicen que está cansada y que no duerme bien. Pero no se rinde.
Para ella, Irene es su prioridad. No hay viajes ni eventos que pesen más. Aunque esté unas horas en Marivent, su corazón sigue en Madrid. Sabe que el tiempo se agota. Y quiere estar allí, hasta el final.