Las vacaciones de los reyes Guillermo Alejandro y Máxima de Holanda han vuelto a levantar una tormenta mediática. Mientras la mayoría de monarcas europeos optan por destinos discretos y dentro de sus propias fronteras, los soberanos neerlandeses han decidido pasar el verano en su exclusiva villa de Kranidi, en Grecia, un refugio de lujo que no todos aplauden. Con una propiedad valorada en casi cinco millones de euros, dotada de piscina infinita, vistas al mar Egeo y hasta un puerto privado, la elección no ha tardado en generar críticas.
Aunque la pareja ofreció su tradicional posado veraniego junto a sus hijas antes de partir, su escapada no pasó desapercibida. Cada año, su retiro en el Peloponeso se convierte en un punto de fricción con la opinión pública, que cuestiona si, en tiempos de tensiones económicas, es adecuado que la familia real muestre un estilo de vida tan ostentoso, generando cuestionamientos sobre la sensibilidad y desconexión de la familia real respecto a la realidad de sus ciudadanos.
Críticas por el lujo de Guillermo y Máxima y su “desconexión” con Holanda
Las críticas no tardaron en surgir. Tanto analistas de la realeza como ciudadanos coinciden en que los reyes de los Países Bajos deberían modelar un comportamiento más cercano y ejemplar, tomando como referencia a monarcas como Felipe y Letizia. Cada verano, la pareja real española pasa largas temporadas en Mallorca, un gesto que refuerza su conexión con el pueblo. De manera similar, el príncipe Alberto y Charlène de Mónaco prefieren retirarse a su residencia rural en Roc Agel, adoptando un perfil discreto y alejado de ostentaciones. En la misma línea, la Familia Real británica suele optar por el castillo de Balmoral en Escocia o en sus residencias de campo en Norfolk durante el verano, mientras que Federico y Mary de Dinamarca se instalan en el palacio de Graasten, ubicado a unas tres horas y media de Copenhague.
De hecho, la experta en realeza Justine Marcella no dudó en manifestar su malestar, sugiriendo que los monarcas podrían ir de vacaciones a destinos nacionales. “Podrían aprender un par de cosas de sus colegas de la realeza. Me encantaría que pasaran sus vacaciones en Zelanda, Limburgo o Terschelling. ¡Porque los Países Bajos son preciosos! Aunque no creo que lo hagan nunca”, señaló. Otros periodistas, como Jeroen Snel, matizaron que no se trata de prohibirles viajar, sino de encontrar un equilibrio: “No es que tengan que quedarse aquí semanas. Un fin de semana largo o entre semana también estaría bien”.
La imagen de Máxima y Guillermo se tambalea ante la opinión pública
No es la primera vez que los reyes neerlandeses enfrentan una tormenta mediática por sus escapadas de lujo. Ya en 2020, durante plena pandemia, se vieron forzados a reducir sus vacaciones tras una oleada de críticas por viajar en medio de las estrictas medidas impuestas por el gobierno neerlandés. La memoria colectiva no olvida, y cada nuevo episodio reabre heridas que aún no terminan de cicatrizar.
A pesar de que tanto Guillermo como Máxima han mostrado una agenda oficial bastante activa este año —incluyendo la participación de la reina en la cumbre de la OTAN y su papel como asesora de la ONU—, los críticos insisten en que los gestos cuentan. Y en tiempos donde los líderes deben mostrarse empáticos con su pueblo, tomar el sol en una mansión griega parece ser exactamente lo contrario a lo esperado.