El rey emérito Juan Carlos I ha vivido en Abu Dabi desde agosto de 2020. Hace más de cinco años. Tiene 87 años y su estado de salud es delicado. Sufre una artrosis degenerativa severa y algunos apuntan a un incipiente deterioro cognitivo. Necesita atención médica constante. Y en este contexto, tiene un deseo firme: volver a España de manera definitiva.

Ese deseo lo transmite a sus más cercanos. Y también a su hijo, el rey Felipe VI. Pero el emérito no se limita a pedir. Se mueve. Lanza mensajes. Molesta. Ha denunciado a Miguel Ángel Revilla, siendo la primera vez que un rey se querella contra un civil. Ha impulsado una fundación en Abu Dabi con las infantas Elena y Cristina para canalizar su herencia fuera del control español. Ha iniciado contactos con Netflix para una serie sobre su vida. Y prepara la publicación de sus memorias. Todo eso irrita en Zarzuela.

Juan Carlos I
Juan Carlos I

Juan Carlos I presiona a Felipe VI para volver a España de forma definitiva

Felipe VI no ignora la situación. En privado, habría prometido a su padre que podría volver solo en dos escenarios: una operación de alto riesgo o una enfermedad terminal. Nada de eso se ha confirmado aún. Pero el deterioro avanza. De momento ha conseguido que le dejen instalarse temporalmente en Cascais, Portugal. Pero sigue sin conseguir su objetivo prioritario: vivir en Madrid.

El actual monarca sabe que no puede decidir en solitario. Un regreso sin consenso sería arriesgado. La figura de Juan Carlos sigue marcada por los escándalos financieros. Pero, al mismo tiempo, muchos aún lo ven como un símbolo de la Transición y de la llegada de la democracia. Felipe VI se mueve en ese terreno ambiguo. Quiere evitar un escándalo mayor, pero teme que la muerte de su padre lejos de España deje una mancha imborrable en su reinado.

Juan Carlos y Felipe
Juan Carlos I y Felipe VI

Felipe VI busca aliados

Por eso, el rey ha iniciado discretas conversaciones. Busca apoyo político y legitimidad social. Entre sus interlocutores, dos nombres de peso: José María Aznar y Mariano Rajoy. Ambos han gobernado con el respaldo del Partido Popular. Ambos conocen las consecuencias de decisiones impopulares. Y ambos conservan influencia en los sectores conservadores, clave para suavizar cualquier retorno del emérito.

Las reuniones se han producido en un clima de máxima confidencialidad. En ellas se ha hablado de la crisis política que golpea al Gobierno. Pero también, y de forma insistente, se ha abordado la cuestión del regreso del emérito. Aznar y Rajoy, aunque con matices, no han mostrado una oposición frontal. Prefieren prudencia, pero entienden que el tiempo corre en contra del rey y de la institución.

Felipe VI sabe que necesita un equilibrio. No puede dar la imagen de proteger a su padre, pero tampoco la de abandonarlo. Con Juan Carlos I debilitado y presionando, y con la opinión pública dividida, cada movimiento es arriesgado. Lo cierto es que, con el paso de los meses, el regreso del emérito ya no es una posibilidad lejana. Es un problema inmediato. Y el actual monarca busca apoyos para enfrentarlo.