Felipe VI ha perdido la paciencia. Esta vez no ha delegado en asesores ni en secretarios. Ha sido él mismo quien ha hecho una llamada directa y contundente. El destinatario: Laurence Debray, la historiadora francesa que ha ayudado al rey Juan Carlos I a escribir su nueva autobiografía, titulada “Reconciliación”.
El proyecto ha provocado un terremoto en Zarzuela. Lo que se anunciaba como un libro íntimo, personal y sincero, ha encendido todas las alarmas institucionales. Se teme que la obra, lejos de aportar paz o redención, termine de desgastar la imagen ya muy erosionada de la monarquía española.
Las memorias que prepara Juan Carlos I encienden las alarmas en Zarzuela
El rey emérito, que reside en Abu Dabi, ha querido dejar su versión de los hechos. Una narración sin filtros. Habla de la Transición, de la abdicación, de sus escándalos financieros, y también de Corinna Larsen. “Siento que me roban mi historia”, afirma Juan Carlos en el anuncio del libro. Una frase que no ha sentado nada bien a su hijo.

Y es que Felipe VI no fue consultado. No sabía del contenido. No leyó borradores. Se enteró del lanzamiento por la editorial Planeta. El enfado fue inmediato. Y el movimiento, claro: presión desde Casa Real para frenar la publicación.
Primero intentaron convencer a Debray por vías diplomáticas. Le pidieron que paralizara el proyecto, que reconsiderara su implicación. Pero ella no cedió. Independiente, con prestigio académico, se mantuvo firme: no traicionaría a quien le había confiado su testimonio.
Felipe VI intenta intervenir las memorias de Juan Carlos I
Fue entonces cuando Felipe decidió intervenir. Tomó el teléfono. Le dijo, sin rodeos: “Te estás aprovechando de un hombre mayor”. Con esa frase quiso apelar a la vulnerabilidad de su padre. A su deterioro cognitivo, del que muchos cercanos al emérito ya hablan en voz baja. A su fragilidad emocional, tras años de aislamiento, polémicas y distancia con su familia.

Pero Debray no se dejó intimidar. Para ella, el libro no es una manipulación, sino una voz personal. La última voluntad de un hombre que, a su manera, quiere dejar un legado. Aunque incomode. Aunque genere titulares. Aunque ponga en jaque, una vez más, a la Corona.
Desde Zarzuela el malestar es enorme. Creen que el libro puede ser un boomerang. Que el intento de reconciliación se convierta en un nuevo escándalo mediático. Y que Felipe, que ha intentado durante años marcar distancia con su padre, vuelva a quedar salpicado. Mientras tanto Juan Carlos I, por su parte, se muestra desafiante. A sus 87 años, quiere cerrar su historia a su modo. Sin pedir permiso. Sin someterse a guiones oficiales. Y con la ayuda de alguien en quien confía ciegamente.