La casa real está visitando las zonas afectadas por las terribles inundaciones causadas por la gota fría. Veinte días después de los aguaceros salvajes que asolaron el País Valencià, Murcia y zonas de Andalucía, han ido a localidades como Orihuela, Alicante. Allí hubo muertos, aparte de pérdidas materiales y económicas terribles. Un drama con mayúsculas que todavía se palpa entre los vecinos del municipio. Para animarlos, allí tenemos a los monarcas, estrechando manos, recibiendo elogios, escuchando 'vivaelreys', repartiendo besos a las masas y ofreciendo la 'mejor' de las sonrisas de los Borbones. Demasiado alegres, de hecho, trantándose de una visita a una zona catastrófica. ¿Qué hacía tanta gracia a Felipe y a Letizia? La respuesta podría ser esta: Un regalo de una ciudadana de Orihuela (y fervorosa fan de Zarzuela).
El obsequio no es casual, ya que forma parte de uno de los 'hobbies' del jefe del estado: Coleccionar retratos pictóricos. Los hemos visto de todos los colores, tamaños y temáticas: Gigantescos, militares, familiares... El catálogo empieza a ser importante. Ahora bien, hay un par de denominadores comunes entre todos ellos: No son muy bonitos (una opinión subjetiva, sí) y sobre todo, son muy caros (eso sí que no se puede discutir). Y en Orihuela han recibido uno nuevo, mucho más modesto e infinitamente más económico que el resto, pero que no desentonará en la pinacoteca de Zarzuela. Más que de un cuadro (que no lo es expresamente) parece una caricatura: ¿Tiene Felipe estas orejas, por ejemplo? Quizás por eso sonreían tanto los reyes y las autoridades allí presentes.
El fervor monárquico y la pasión por la pintura forman un tándem imparable. Al menos para conseguir que Felipe y Letizia se tronchen de risa durante una situación nada propicia para el humor.