Lo que comenzó como un intento de reconducción académica para Irene Urdangarin en el Reino Unido se ha transformado en una situación incómoda y delicada para su entorno más cercano. Lejos de ser solo un mal curso o una falta de enfoque estudiantil, ahora sus compañeros de residencia en Oxford han comenzado a hablar con sus propias familias sobre un aspecto más íntimo: un supuesto problema de higiene personal que estaría afectando la convivencia.
Tras el fallido intento de ingresar en la Universidad de Lausana en 2023, la hija de la infanta Cristina y de Iñaki Urdangarin optó por tomarse un año sabático, con una breve experiencia en Camboya que, según fuentes cercanas, fue más turística que solidaria. Después de ese paréntesis, decidió apostar por una etapa más estructurada: un curso de Organización de Eventos en Oxford, que parecía el punto de inflexión ideal. Sin embargo, el supuesto “nuevo comienzo” no ha traído la estabilidad esperada.

Irene Urdangarin no encuentra su rumbo
En apenas unos meses, Irene ha sido noticia dentro del campus más por su vida social intensa que por sus logros académicos. Su implicación en fiestas y la ausencia reiterada a clase han encendido las alarmas en el entorno familiar. Incluso circulan vídeos en redes donde se la ve deambulando por Londres en tono jocoso, proclamando frases como “Listen up, this is London, baby!”.
Pero lo que más ha llamado la atención recientemente no tiene nada que ver con su formación. Según algunos expertos ducharse una o dos veces a la semana mejora la dermis. Una tendencia de higiene alternativa que beneficia la piel y el microbioma, que algunos se han tomado al pie de la letra para mejorar su salud, pero a la que otros se han apuntado por pereza.

Una tendencia poco recomendable en centros estudiantiles
No sabemos cuál es el motivo que ha llevado a Irene a sumarse a esta moda, pero nos aseguran que ha pasado a ducharse poco en busca de mejorar el estado de su dermis. Pero aunque es cierto que puede ser beneficioso, también lo es que, inevitablemente, aumenta el olor.
El ambiente en Oxford, que se esperaba fuera de superación personal y madurez, se ha tornado complejo. A las posibles amonestaciones académicas se suma ahora este problema de convivencia, que ha llevado incluso a algunos alumnos a solicitar un cambio de habitación.