En el corazón del Palacio de la Zarzuela, Letizia Ortiz ha tejido una red de control que abarca cada aspecto de su vida pública y privada. Conocida por su carácter meticuloso y su mente estratégica, ha logrado manejar su imagen con un rigor implacable. Sin embargo, detrás de la fachada de la reina consorte de España, se esconden secretos cuidadosamente guardados que podrían haber comprometido su ascenso al trono. Desde los primeros días de su relación con Felipe VI, Letizia ha sido descrita como una figura fría y calculadora, capaz de dirigir no solo su destino, sino también influir sobre el del propio monarca, a quien algunos cercanos califican despectivamente como "calzonazos".
A medida que se han destapado algunas historias que Letizia preferiría dejar en la sombra, ha quedado en evidencia el uso de recursos estatales para proteger su reputación. Una de las revelaciones más impactantes es el supuesto uso del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) para crear un pasado conveniente. Según se desprende de las investigaciones del periodista Isidre Cunill en su libro ‘Letizia Ortiz, una republicana en la corte del rey Juan Carlos I’, Letizia habría recurrido a métodos extraordinarios para mantener a raya cualquier mancha que pudiera empañar su imagen.
La reina Letizia mintió para que no siguieran indagando en su pasado
El relato, además comentado por la cronista Maica Vasco, indica que Letizia, a través de Casa Real, habría circulado informes falsos del CNI con el propósito de crear una narrativa controlada sobre su vida. Estos informes, que llegaron de manera anónima a ciertos periodistas, incluían detalles aparentemente comprometedores, como un supuesto arresto por posesión de hachís y un aborto en México que fue justificado como un tema de salud. Estos "errores" no eran más que una cortina de humo, diseñada para parecer auténtica y, de ese modo, desviar cualquier intento de investigación más profunda sobre su pasado.
El plan, tal como lo describe Vasco, era brillante en su sencillez: si el público y los medios creían que el CNI ya había revelado toda la "mugre" de Letizia, entonces no habría razón para seguir indagando. Esta táctica permitió que aspectos más oscuros de su pasado quedaran fuera del alcance de la curiosidad pública, asegurando que su imagen permaneciera, en gran medida, intacta. Al controlar la narrativa con estos informes manipulados, Letizia no solo evitó escándalos mayores, sino que también reforzó su posición dentro de la Casa Real.