Letizia es una mujer muy controladora y calculadora, exigente consigo mismo y con el resto, no quiere que nada escape de su control, por este motivo siempre establece unas normas que quiere que se cumplan, y eso no es solo con los empleados de Zarzuela, también con Felipe VI y con sus dos hijas, Leonor y Sofía. La reina ha sembrado el pánico en palacio. Desde que ella se proclamó monarca y todo pasó a disposición de la hija de Paloma Rocasolano, los empleados se pusieron a temblar. Era mucho más exigente y cuando se enfadaba reconocen que daba mucho miedo. Era mejor tenerla de amiga y muy contenta, aunque siempre le sacaba algún pero a todo, nunca hacían nada bien del todo.

Casa Real se ha visto obligada en estas últimas semanas a pedir perdón a los escoltas de Leonor. La princesa ha cumplido con la travesía a bordo del buque escuela Juan Sebastián Elcano con la que ha dado la vuelta a toda Latinoamérica pasando por un total de ocho países. Es la primera vez que está tanto tiempo tan alejada de sus padres y de la institución. Más desprotegida, por este motivo la acompañaron un total de cinco escoltas. Estos se intercalaban para vigilarla durante las 24 horas del día.
Letizia no perdona que la prensa haya burlado la seguridad de la princesa
Los escoltas han hecho la misma ruta. Desde el 11 de enero cuando el barco partió de Cádiz no habían vuelto a ver a sus familias, y algunos tienen hijos. Ha sido mucho tiempo distanciados y con muy poco agradecimiento por su labor. No es lo mismo estar en Madrid que a miles de kilómetros de casa con menor protección. Los paparazzi aparecían por cualquier sitio y en varias ocasiones consiguieron burlar la seguridad de la princesa. La madre de Leonor discutió seriamente con ellos y cambió a tres de los cinco escoltas. Les hizo regresar a casa y recibieron un buen castigo. Se filtraron fotografías muy delicadas, como sus primeras imágenes en bikini en una playa de Montevideo. La reina no iba a consentir ese fallo.
Siempre ha tratado a sus propios escoltas y a los de sus hijas de muy malas maneras, con muchas exigencias y tampoco comprende que también pueden cometer fallos porque no son máquinas, sino humanos. En la visita a Paiporta, donde recibieron insultos y bolas de barro, uno de sus escoltas la salvó de llevarse probablemente una pedrada en la cabeza.
Aunque Letizia los hubiese despedido, Casa Real ha actuado para que no sea así y les ha salvado de su lugar de trabajo.
