La relación entre la reina Letizia y su padre, Jesús Ortiz, nunca volvió a ser la misma desde que él dejó a Paloma Rocasolano por Ana Togores. Aquella separación abrió una herida que, con los años, no ha cicatrizado. La aparición de Ana, discreta pero constante, cambió el equilibrio familiar. Aunque se muestra siempre en segundo plano, su sola presencia genera tensión y recelo en Zarzuela.

Desde hace más de dos décadas, Jesús Ortiz y Ana Togores mantienen una relación estable. Sin embargo, para Letizia, esa unión sigue siendo una espina clavada. Dicen que la reina nunca la aceptó, que evita pronunciar su nombre y que, incluso, ha hecho todo lo posible por borrarla de los actos públicos. Por ejemplo, de los Premios Princesa de Asturias. Ana ha brillado por su ausencia en Oviedo, una ausencia forzada.

Ana Togores
Jesús Ortiz y Ana Togores

La reina Letizia no quiere saber nada de Ana Togores

Los motivos de ese rechazo son varios, pero hay uno que se repite en los corrillos cercanos a la familia: los celos. No celos románticos, sino emocionales. Letizia no soporta que la mujer que rompió el matrimonio de sus padres tenga un papel, por mínimo que sea, en su entorno. Además, Ana y Letizia son casi de la misma edad, un detalle que a la reina le resulta profundamente incómodo. Ver a su padre junto a una mujer de su quinta, elegante y con presencia, no le resulta fácil.

La historia se remonta a su boda con Felipe VI. Aquel día, Ana Togores fue vetada. Se decidió que no debía aparecer para evitar “polémicas familiares”, pero todos sabían que la orden había salido de la propia Letizia. No quería verla allí. No quería que la cámara la enfocara. Desde entonces, Togores fue apartada sistemáticamente de todos los grandes momentos de la familia real.

Ana Togores con Letizia
Ana Togores con Letizia

Ana Togores, un bulto sospechoso en el entorno real

Se cuenta que en los bautizos de Leonor y Sofía, Ana fue mantenida en una habitación aparte del Palacio hasta que los fotógrafos se retiraron. Solo entonces pudo saludar discretamente a los familiares más cercanos. En otros eventos, entraba por una puerta trasera, siempre evitando los flashes, siempre como una invitada no deseada.

Con el tiempo, Jesús Ortiz se cansó. Las continuas humillaciones, los desplantes y la frialdad de su hija hicieron que se alejara de los actos oficiales. Él y Ana dejaron de acudir a los últimos Premios Princesa de Asturias, cansados de la tensión constante y de ser tratados como extraños.