Hace tan solo unos días, el príncipe Alberto de Mónaco ofreció una entrevista con motivo del 20º aniversario de su coronación, en la que habló de todo... o casi todo. Con una sonrisa controlada y una narrativa cuidadosamente elaborada, el príncipe destacó el papel de su esposa, Charlene de Mónaco, y de sus mellizos, Jacques y Gabriella. Pero lo que más sorprendió fue la ausencia total de mención a Alexandre Grimaldi, su hijo nacido fuera del matrimonio con la exazafata togolesa Nicole Coste.
La fría omisión no fue casualidad, según fuentes cercanas al entorno del Palacio de Mónaco. Mientras el soberano se deshacía en elogios hacia sus hijos oficiales y su matrimonio con Charlene, Alexandre —quien hace apenas unas semanas posaba sonriente junto a su madre en el Gran Premio de Fórmula 1— era deliberadamente borrado del relato. Para muchos, esta ausencia es más que simbólica: es un mensaje claro.
Alexandre Grimaldi, el gran olvidado del Principado de Mónaco
La entrevista, que pretendía ser un recorrido nostálgico por dos décadas de reinado, se convirtió en un escaparate de prioridades. “Mis hijos, Jacques y Gabriella, también me ayudan a mantenerme joven. Cuesta tenerlos bajo control”, confesó el soberano, con una frase tan inocente como punzante. Porque entre esas palabras, el nombre de Alexandre jamás apareció. Ni una mención, ni un recuerdo, ni un guiño.

El joven Grimaldi, fruto de una relación de siete años con Nicole Coste, ha luchado durante años por un lugar legítimo en la vida pública del príncipe Alberto. Reconocido oficialmente en 2005, ha intentado construir una relación con su padre desde entonces, a pesar de las evidentes reticencias de Charlene, quien —según rumores nunca desmentidos— no ve con buenos ojos la cercanía de su esposo con los hijos extramatrimoniales.
Charlene de Mónaco: ¿la sombra detrás del silencio?
No son pocos los que apuntan a Charlene de Mónaco como la gran estratega de esta invisibilización. Desde su boda en 2011, la princesa ha puesto límites férreos sobre el protagonismo de Jazmin Grace y Alexandre en los actos institucionales. Aunque se han producido apariciones públicas esporádicas junto a su padre, jamás han sido tratados como parte del círculo íntimo que rodea a la soberana y sus hijos oficiales.
La decisión de no mencionar a Alexandre durante el aniversario ha sido interpretada por muchos como un cierre simbólico, una forma elegante —pero implacable— de recordar cuál es la línea sucesoria legítima. El hijo mayor del príncipe Alberto, pese a su sangre real, sigue siendo un “invitado incómodo” en los pasillos del Palacio del Príncipe.
El desdén de Alberto no ha pasado desapercibido en los círculos monárquicos ni en los medios internacionales. La imagen pública del joven Alexandre, que en los últimos años ha cultivado una presencia elegante, sobria y alejada del escándalo, podría verse resentida tras este nuevo episodio de rechazo.
Lo más alarmante es que, tras dos décadas de silencio selectivo, el príncipe ha optado por perpetuar el mismo patrón. En lugar de integrar a Alexandre a su legado, parece decidido a relegarlo a los márgenes de la historia monegasca. Un gesto que reabre heridas familiares y plantea interrogantes sobre el futuro de los hijos “no oficiales” de la realeza monegasca. Porque si algo ha dejado claro este aniversario es que, para Alberto de Mónaco, los vínculos de sangre no siempre son suficientes.