A simple vista, todo parece glamour en la casa real monegasca. Sin embargo, esta realidad oculta importantes fisuras dentro de la familia. Brechas que pudieron verse este fin de semana, en el circuito del Gran Premio de Mónaco. Concretamente, en la indiferencia que mostró Charlene de Mónaco respecto a la presencia incómoda de Nicole Coste, la antigua amante del príncipe Alberto y madre de su hijo Alexandre Grimaldi.

Aunque han pasado años desde que Nicole reveló públicamente su relación con Alberto y la paternidad compartida de Alexandre en 2003, las secuelas siguen muy presentes. El reconocimiento oficial del príncipe llegó poco antes de su ascenso al trono, pero el escándalo marcó un antes y un después para Charlene. Según fuentes próximas al Palacio, nunca terminó de superar aquella traición. En privado, algunos allegados aseguran que la presencia de Nicole en eventos públicos sigue siendo un tema de discusión constante entre la pareja.

Nicole Coste y su hijo Alexandre
Nicole Coste y su hijo Alexandre

Charlene de Mónaco quiere a Alexandre lejos de sus hijos y de la familia

Ahora que Alexandre ha crecido y comienza a reclamar su espacio como hijo del soberano, la incomodidad vuelve a aflorar. Con 21 años y una imagen pública cada vez más pulida, ha dejado claro que quiere participar activamente en el entorno del principado. Se ha mostrado cercano a su padre y a su tía, la princesa Estefanía, y no oculta su deseo de representar a Mónaco como embajador internacional.

Pero es justo esa intención lo que despierta recelos en Charlene. Expertos en la materia aseguran que la princesa ve a Alexandre como una figura intrusiva en el delicado equilibrio de la familia real. Para ella, todo lo que no gire en torno a Jacques y Gabriella, los hijos nacidos de su matrimonio con Alberto, es un riesgo innecesario. La idea de compartir protagonismo con el hijo de otra mujer, aunque también sea hijo del príncipe, no entra en sus planes.

Nicole Coste/ Agencia
Nicole Coste / Agencia

Indiferencia absoluta

En público, Charlene mantiene una compostura impecable. Pero en privado, ha dejado claro que no desea ver a Alexandre incluido en actos oficiales, ni mucho menos ocupando espacio dentro del entorno más cercano de la casa Grimaldi. No es cuestión de celos, sino de proteger el núcleo duro de la familia.

La posición de Charlene no solo está motivada por lo personal. La constitución monegasca es clara: solo los hijos nacidos dentro del matrimonio tienen derecho a la línea de sucesión. Aunque Alberto otorgó a sus hijos extramatrimoniales el apellido Grimaldi y los incluyó en su testamento, eso no los convierte en miembros oficiales de la realeza. Sin embargo, la visibilidad creciente de Alexandre tiene de los nervios a Charlene.