Los drones están cada vez más presentes en nuestra sociedad, realizando tareas de todo tipo, algunas muy necesarias y otras incluso sorprendentes. También han llegado hasta el público estándar, tanto adultos como niños, gracias a la reducción de su peso y tamaño y, especialmente, de su precio; ya se pueden encontrar por 20 euros en la categoría de juguetes de algunas reputadas tiendas digitales. En este sentido, su función para el público convencional es el entretenimiento, pero sus posibilidades son mucho más ambiciosas.

Por un lado, su uso militar ya es longevo. Los aviones no tripulados han actuado como vehículos aéreos de combate o como espías en numerosas misiones de carácter bélico durante las dos últimas décadas. En la actualidad, los drones han dado el salto a los conflictos de menor escala y actúan como vigilantes silenciosos en asuntos de terrorismo o narcotráfico. Ahora también van armados, tal y como autorizó el estado de Dakota del Norte en 2015 para la lucha contra el crimen. Su función: un arma de la policía no letal, capaz de disparar balas de goma, gases o realizar descargas eléctricas.

Por otro lado, los drones pueden llegar a ser muy útiles para actuar como salvavidas. Son usados para búsquedas de personas desaparecidas, rastrean y aportan datos durante desastres como los incendios, ayudando a un mayor control del avance del fuego en este caso, e incluso se utilizan para vigilar la caza furtiva en los Parques Nacionales más grandes. Además, los drones pueden llegar hasta zonas de muy difícil acceso, tales como precipicios o lugares que requieren de una preparación especial para poder entrar. Entre otras cosas, se pueden utilizar también para controlar el tráfico, para la supervisión de algunas construcciones y planificaciones urbanísticas o para tomar muestras del aire en zonas de alta contaminación y similares.

Eric Gregory/Journal Star

Además, las grandes compañías tecnológicas han apostado por los drones y sus diversas posibilidades para ampliar sus modelos de negocio. Es el caso de Google, que a través de su Project Titan quería que la conexión a Internet fuera posible en cualquier lugar gracias al uso de drones capaces de mantenerse en constante funcionamiento con la ayuda de paneles solares incorporados. El objetivo sería que los aparatos actuaran como módems capaces de extender una red de conexión en dicha área de estacionamiento. Alphabet, dueña de Google, decidió desechar este proyecto y trasladar el concepto al llamado Project Loon, en el que la idea sería exactamente la misma, pero en lugar de drones serían globos aerostáticos, lo que según la compañía resultaría más viable técnica y económicamente.

Amazon, por su parte, realiza desde hace varios meses pruebas para realizar repartos de sus productos con el uso de drones. La normativa les obliga a que los drones pesen menos de 25 kilos, los paquetes que transportan pesen menos de tres y que vuelen a menos de 120 metros de altura. La idea es que los repartos se hagan como máximo en media hora desde que el cliente compra el producto en la página web hasta que lo recibe. ¿El problema? Su vuelo en zonas urbanas se antoja complicado, así como la entrega de paquetes en los distintos tipos de viviendas de una gran ciudad.

Multas de miles de euros por el uso de drones

En España, la regulación de los drones está sujeta a la normativa de la Agencia Española de Seguridad Aérea (AESA). Según la ley, está completamente prohibido el vuelo de drones en zonas urbanas o sobre lugares con grandes aglomeraciones de personas. Su uso se limita a zonas de vuelo de aeromodelismo o lugares despoblados, siempre con el dron a la vista y bajo los 120 metros de altura. En los últimos años se han llegado a realizar multas de hasta 21.000 euros como sanción por incumplir dicha normativa.

El desconocimiento de estas leyes provoca que mucha gente compre y utilice estos aparatos sin saber que sus acciones son sancionables. Esto se debe al momento prematuro en que se encuentra el uso de los drones por parte del público más casual. En todo caso, aseguran los más expertos, debe imperar el sentido común a la hora de sobrevolar ciertas zonas con este tipo de tecnología.