Unas desafortunadas e incomprensibles declaraciones del número dos del PDeCAT David Bonvehí especulando sobre qué harían si fracasaba el proceso independentista catalán y abriendo la posibilidad a buscar, en este supuesto, un candidato autonomista han situado al partido de los dos últimos presidentes de la Generalitat, Carles Puigdemont y Artur Mas, en el centro del debate político. Poco importa a estas alturas si la conversación era gravada sin el consentimiento del afectado, como alega Bonvehí, -tampoco lo fueron las jugosas charlas en el Ministerio del Interior entre Jorge Fernández Díaz y De Alfonso y que han sido utilizadas profusamente- ni tampoco que el responsable de organización pretendiera tener un diálogo sin cortapisas con cuadros del partido.

Hace tiempo que los dos partidos independentistas se miran de reojo sobre los movimientos de una y otra formación a la hora de hacer públicos los preparativos del referéndum. Tanto, que a veces puede dar la sensación que lo más importante no es hacer el referéndum sino quien carga con el fracaso si éste no se acaba celebrando por la oposición del Estado y la activación de todas las medidas judiciales que hay en marcha. Aunque el PDeCAT es el único que tiene políticos con inhabilitación firme por el 9-N -y es normal que así sea ya que ERC no estaba entonces en el Govern- sus dirigentes han de ser especialmente cuidadosos a la hora de evitar dar pie a interpretaciones equívocas.

Sobre todo si éstas acaban pareciendo que no van en la dirección del rumbo fijado por el president de la Generalitat, de referéndum o referéndum. Las declaraciones de Bonvehí acabarán siendo en pocos días una serpiente informativa de vacaciones de Semana Santa, pero en la recta final de la convocatoria de la consulta los errores van a penalizar mucho a aquellos que los cometan. No es extraño que, en las últimas reuniones con dirigentes del mundo independentista, Puigdemont haya pedido máxima discreción y un cierre de filas alrededor del referéndum. Que la persona que haya tenido que salir asegurando que el autonomismo se ha acabado haya sido un moderado como Santi Vila no es más que un ejemplo de que el camino iniciado no tiene para el PDeCAT vuelta atrás.