Toni Cruanyes, por motivos profesionales, a menudo tiene que informar de noticias que le dejan muy mal cuerpo. Dramas, accidentes, atentados, pandemias, muertes, guerras y un no parar de informaciones luctuosas... De vez en cuando, sin embargo, los servicios informativos de TV3 ofrecen historias que golpean, que emocionan, que conmueven, que son gestos tan llenos de amor incondicional que te dejan con una sensación de no poder contener las lágrimas.

Una muestra de eso la tuvimos el pasado mes de abril, con una pieza de Mireia Prats y Noemí Prous. La historia de Xavier y Carmen, un amor de 66 años, ahora, detrás de la ventana. Explicaban que él, cada día del año, coge su taburete y se planta delante de la ventana de la residencia donde vive su mujer, enferma de Alzhéimer. Hace tres años ingresó por un Alzhéimer avanzado y, con la pandemia, sólo se podían ver físicamente una vez por semana. Pero el amor que siente por su mujer lo llevó a que cada día la fuera a ver a través de la ventana.

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Xavier, taburete en mano, y Carmen: un amor a través de la ventana / TV3

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Y ahora, el bueno de Cruanyes, como cualquiera con un mínimo de sensibilidad, se ha vuelto a emocionar con otra pieza de los TN. No sabemos si también ocupará la portada del New York Times, pero bien bien también lo merecería. Es la historia de Jordi y Ramon, "56 años juntos", como recuerda el editor y presentador de TV3.

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Ramon Arrufat, 81 años, recuerda delante de cámaras que "hace que estamos juntos del año 1965". Toma la palabra su pareja, Jordi Sancho, de 87 años: "Yo iba a cenar y allí había Ramon, también, que estaba cenando". Hace 56 años de aquello. "Dimos una vuelta, le cogí y lo subí aquí a casa, a la primera, porque vi que sería una buena persona".

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"Mi madre lo sospechaba. Mi padre no", sigue Jordi. Y Ramon apunta: "Y mi madre también, pero ellas, calladas". Iban de vacaciones a Horta De Sant joan, en la Terra Alta, y "nunca, nunca nos dijeron ni así". Un amor a prueba de todo y de todos: "Hasta el año 75 fue muy duro, muy duro... ¿Estaba perseguido, eh? Los civiles y todo eso iban a bares gais en muchos lugares y hacían redadas". No podían ir cogidos. "Ahora sí", dicen orgullosos.

Jordi recuerda como "una vez me regalaron un suéter de color rojo y no me lo puse nunca porque tenía miedo de que me dijeran alguna cosa... Aquellos cabrones ya sabían lo que se hacían, atemorizar a la gente".

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Jordi y Ramon, como desgraciadamente tantos otros, atemorizados de lo que hacían aquellos cabrones. Unos cabrones que nunca se han marchado, todo lo contrario. "Tengo miedo por la generación que ahora sube. Si eso continúa, lo volverán a pasar mal". Ramon dice muy alto y fuerte lo que se tendrían que tatuar todos los intolerantes y fascistas que ahora salen como las ratas: "El amor es para todos igual, no hay diferencias. Era lo que queríamos, y lo que queremos, y todavía estamos aquí, toda una vida". Verso de una famosa canción de Antonio Machín con la que acaban su emocionante relato:

Cruanyes emocionado, los espectadores emocionados, todo el mundo emocionado. Bravo por Jordi y Ramon. Y en honor a ellos, este Toda una vida que ellos recitaban:

Toda una vida... Toda una lección de vida, la de Jordi y Ramon.