Terelu Campos, obsesionada con la élite, diseñó durante años una hoja de ruta para que su hija Alejandra Rubio ascendiera socialmente. Lo que jamás imaginó es que esa apuesta por la aristocracia terminaría estrellándose contra la realidad de los Costanzia. Hoy, la imagen pública de la familia Campos tambalea mientras Carlo, el polémico yerno, protagoniza episodios más propios de una serie de mafiosos que de un cuento de hadas.
Desde que Alejandra nació, Terelu ha intentado garantizarle un futuro blindado con glamour, poder e influencia. Por eso no dudó en mover hilos para vincular a su hija con el círculo íntimo del rey Felipe VI, buscando algo más que una amistad: un matrimonio que colocara su apellido junto a los más ilustres del país. Pero esa estrategia, tejida con paciencia y ambición, fue dinamitada por una elección amorosa que no estaba en sus planes.

La educación exclusiva como trampolín social
Desde muy pequeña, Alejandra Rubio fue encaminada hacia la élite. Su madre, Terelu, eligió para ella el prestigioso colegio Santa María de los Rosales, aquel donde también estudiaron las hijas del rey, Leonor y Sofía. No era una decisión casual: Terelu, siempre pendiente de los entornos exclusivos, quería que su hija creciera entre futuros aristócratas, con la esperanza de que esas amistades de infancia abrieran puertas a alianzas importantes en el futuro.
El tiempo pareció darle la razón cuando, ya en la adolescencia, Alejandra inició un romance con el hijo de un íntimo amigo del Rey Felipe. Para Terelu, aquella relación representaba el acceso soñado a la nobleza, el paso definitivo hacia un círculo reservado para pocos. Sin embargo, la ilusión se desmoronó pronto: la familia del joven no tardó en rechazar públicamente a las Campos, argumentando que su linaje no podía mezclarse con una familia mediática, envuelta en controversias y rumores poco favorables.
El nuevo entorno de Alejandra Rubio: entre la cárcel y las polémicas
Ahora, la decepción no ha hecho más que crecer. Alejandra, hoy madre primeriza, eligió como pareja a Carlo Costanzia, hijo de Mar Flores y exconvicto, cuyos hermanos, Pietro y Rocco Costanzia, cumplen penas de 12 años y medio y 8 años y 10 meses de prisión respectivamente por su implicación en un brutal intento de homicidio. Un entorno completamente opuesto al que Terelu proyectó para su nieto. Y si algo ha hecho estallar las alarmas, han sido las recientes imágenes del joven en la puerta de la cárcel de Turín, gritando a pleno pulmón junto a Alejandra para felicitar a su hermano Pietro por su cumpleaños.

“¡Feliz cumpleaños, hermano! Siempre juntos, siempre luchando!”, vociferaban entre petardos y vítores. Una escena que causó vergüenza en el entorno más íntimo de Terelu. A pesar de ello, Alejandra defiende con uñas y dientes su historia de amor, dejando claro que no hay intención de dar marcha atrás, por mucho que su madre implore por un giro de guión. Terelu, que en privado habría llegado a confesar su deseo de ver a su hija casada con un noble, hoy calla con resignación mientras el apellido de su nieto se vincula a escándalos carcelarios.