No había que ser un visionario para saber que la gala de los Goya de este año sería una retahíla de agradecimientos a los padres, a los maestros y a la vecina del quinto de los premiados. Tampoco había que ser Nostradamus para comprobar que el número de referencias a las 9 personas que horas antes habían sido trasladadas de Catalunya a Madrid para iniciar un juicio sobre su emprisionamiento se podría contar con los dedos de una mano. Concretamente, con los dedos de una mano cerrada. Un cero mayor que la cabeza gigante del pintor que sirve como busto para los galardones.

Carles Puigdemont Goya - rtve

TVE

Ninguna referencia a los presos políticos en la gala de un colectivo, el del cine, que siempre se ha vanagloriado de ser más reivindicativo que ningún otro. Ni una sola. Ya se lo veía venir Toni Soler cuando escribió en un tuit que se moría por ver como se lo harían los premiados catalanes para evitar las referencias al juicio al procés. Lo que no faltaron fueron tres bromitas de Andreu Buenafuente sobre la cuestión catalana: entregando un premio imaginario a la mejor película extranjera a Carles Puigdemont, recreando una tensa persecución policial donde el presentador le decía a Sílvia Abril: "Se nota que ya hemos pasado un 155" o con el mismo Buenafuente haciendo de Groucho Marx y diciendo: "nuestra industria sufre el síndrome Catalunya, lo independiente no termina de cuajar". De hecho, lo único que se oyó en catalán fue cuando la pareja de presentadores le dedicaron la gala a su hija Joana: "Ya lo ves Joana, tus padres son unos payasos". TVE enfocó a la pequeña Joana medio dormida en la platea pero sus padres prefieren mantenerla en el anonimato.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Domingo, diumenge, sunday

A post shared by Sílvia Abril (@silviabril) on

No hubo reivindicaciones sobre los presos políticos, pero sí sobre Palestina, cuándo el director del corto Gaza alzó la voz y recriminó el papel de Israel y que se haga Eurovisión en aquel país. Pilar Eyre se fijó en esta cuestión con un tuit que hacía reflexionar:

Pero no hubo absolutamente nadie que dijera nada de los presos políticos. Ni los presentadores, ni los premiados, ni el Orfeón Catalán que cantó con Rosalía... No por esperada esta omertà impidió que muchos espectadores se indignaran con lo que vieron (o mejor dicho, lo que no vieron):

Probablemente, la película de los presos políticos no interesa a según quién. No la deben ver lo bastante comercial para el gran público español.