Sergio Dalma jamás pensó que podría conquistar a millones de personas con su música. La música siempre había protagonizado su vida, sentía especial pasión, pero era un chico muy tímido para dedicarse a ello. Su deseo era cantar, aunque no veían que fuese capaz de dedicarse a ello y ganarse la vida con la canción. Él no descansó hasta poderse dedicar a la música. Fue muy perseverante y lo suyo era amor.

En su infancia, el de Sabadell se define como un chico tímido, extremadamente sensible. La música fue un refugio. Se encerraba en su habitación, se ponía frente al espejo y cantaba imitando a sus artistas favoritos de aquella época. Al final esos fueron sus primeros ensayos y donde empezó a cuajarse su identidad emocionar en su carrera artística.

Sergio Dalma, amb el Lluís, de l'Escolania de Montserrat, a La Marató del 2011 TV3
Sergio Dalma, amb el Lluís, de l'Escolania de Montserrat, a La Marató del 2011 TV3

Su familia nunca ha tenido nada que ver con el mundo artístico, eso es algo que él llevaba en las venas, pero siempre le apoyaron en cada una de sus decisión. Era su sueño y lo respetaron. A partir de esa confesión, en su casa solo sonaba música a todas horas. Desde boleros hasta canciones italianas. Esa influencia mediterránea marcó su estilo para siempre. Él siempre sintió especial atracción por las melodías emotivas, le cautivaban las letras que contaban historias, que no estuviesen vacías.

Él era muy diferente a sus compañeros. En su adolescencia, mientras sus compañeros de escuela soñaban con las motos y el fútbol, él lo hacía con los micrófonos. Sus primeros pasos los dio en festivales locales. No tenía grandes expectativas, lo hacía por pasión. En su voz se notaba calidez, profundidad y sentimiento. A partir de los 17 años empezó a cantar en orquestas para eventos y fiestas, y allí llegó su verdadera escuela, a la que se siente totalmente agradecido.

Sergio Dalma no se juntaba mucho con sus compañeros 

Cantaba en diferentes estilos, conectaba con el público, y se mantuvo siempre con los pies en la tierra. Aprendió los mandamientos básicos para un cantante.

Años después, recordaría esa etapa con cariño y humildad: "Yo cantaba en orquestas y hacía cancioncillas de publicidad. Un día se nos ocurrió hacer unas maquetas para presentarlas a las compañías de discos”.

"En aquella época, ser solista era algo raro, porque lo que funcionaba eran los grupos. Y solo hubo una compañía nacional, pequeñita, que mostró interés", explicaba.

"Estaba especializada en discos de flamenco y tenía dos discos de María del Monte en el número uno y gracias a eso había dinero para hacer el mío", relató en una entrevista para El País.

Tuvo suerte en los 80, cuando empezaban a fijarse en voces solitas como la suya. Estuvo a punto de abandonar la música porque también se planteó estudiar en la universidad para labrarse un futuro más seguro. Finalmente acertó con su decisión.

El artista nunca ha renegado de sus orígenes. Ha pertenecido a una familia humilde. Su padre trabajaba en una empresa textil. “Mi padre trabajaba en la fábrica”.

Sergio Dalma   Gtres
Sergio Dalma Gtres