Sara Carbonero lleva años buscando la paz, pero solo ahora parece haberla encontrado. No en un plató, ni en un titular, sino en su casa, en su cocina, en esos pequeños gestos que llenan los días cuando las cámaras ya no están. A los 41 años, la periodista ha aprendido a convivir con lo imprevisible y a entender que el éxito no se mide por la audiencia, sino por la calma.

Su cuerpo le marcó el límite en 2019, cuando el cáncer de ovario detuvo en seco el ritmo de su vida. Desde entonces, nada ha sido igual. “Aprendí a mirar la muerte de cerca, y eso me cambió la forma de vivir”, ha reconocido en más de una ocasión. La enfermedad fue un golpe, pero también un renacimiento. Una sacudida que la llevó a replanteárselo todo.

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Sara Carbonero tocó fondo en 2024

El 2024 fue, según sus propias palabras, “el peor año” de su vida. Pero de esa oscuridad nació una nueva versión de sí misma. Más espiritual, más consciente, más libre. Sara Carbonero perdió la fe, pero encontró otra forma de creer: en la energía, en la intuición, en las cosas que no se ven. Desde entonces, su día a día es un ejercicio de equilibrio entre el cuerpo y la mente.

Ha hecho de la alimentación saludable una forma de resistencia. “Somos lo que comemos”, dijo en una entrevista para El País. En su cocina no hay azúcar, ni gluten, ni ultraprocesados. Lo que sí hay son zumos verdes, frutas frescas y recetas que preparan juntos sus hijos, Martín y Lucas. Ellos son su motor, su ancla. “Lo más duro fue pensar en ellos”, confesó al recordar el diagnóstico.

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Sara Carbonero centra su felicidad en su salud y en su familia

Su vida profesional ha pasado a un segundo plano. Tras su separación de Iker Casillas, y con la energía centrada en su salud y su familia, Sara se define como “una presentadora en pausa”. No hay proyectos fijos, ni rutinas de plató. Solo colaboraciones puntuales y el deseo de volver cuando sienta que debe hacerlo. No antes. “He aprendido a no correr detrás de nada”, dice.

El amor también ha regresado, pero sin estridencias. Junto a José Luis Cabrera, empresario canario, vive una etapa tranquila. Disfrutan de los veranos en el sur y de una rutina sin exposición. “No necesito mostrar todo lo que vivo para sentirme plena”, señala.

Hoy, Sara Carbonero simboliza algo más que una historia de superación. Representa la madurez serena de quien ha tocado fondo y ha aprendido a flotar. “He eliminado lo que me hacía daño, dentro y fuera del plato”, resume. Y quizá esa sea su mejor receta: comer limpio, vivir despacio y mirar la vida con gratitud.