Rosalía es una de las artistas más aclamadas del panorama nacional. Cada vez que anuncia un concierto sus entradas se agotan en cuestión de minutos. Todos desean ver a la nueva diva. La joven se codea con las famosas más influyentes a nivel internacional, como las Kardashian, y su novio es ni más ni menos que Rauw Alejandro, quien colaboró con Shakira en su trilogía para hundir a Piqué. Pero ahora mismo no vamos a hablar de su vida sentimental, sino del grave problema de la catalana que sufre cuando se sube a un escenario.

Tal vez parece algo sencillo, pero no lo es. Rosalía tiene una gran responsabilidad ante todos los asistentes a su concierto que esperan con ansias verla y disfrutar con su voz y sus canciones que se saben desde la primera letra hasta la última. Con los nervios, ella corre el riesgo de olvidarse de alguna palabra. De hecho, más de un cantante se ha quedado en blanco cuando ha salido a cantar alguna de sus canciones, y eso que las han repetido cientos de veces.

Rosalía EFE
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Rosalía padece TDAH 

Es muy común ver como algunos cantantes señalan con el micrófono al público para que sigan ellos con la canción, un truco muy común cuando te has olvidado de la letra o no estás muy seguro. A una de las personas que más le suele ocurrir es a Rosalía. En ocasiones ha tenido que pedir perdón a los presentes por su error. Por suerte, ella interactúa mucho con el público y sabe como ganárselos, así que nunca ha ido a mayores y nadie se lo ha echado en cara.

Pero esto que le pasa tan a menudo tiene una explicación lógica. Es culpa de su déficit de atención con hiperactividad que sufre desde que era pequeña. Debido a esta condición le cuesta concentrarse y la mayoría de las veces no lo consigue. “Perdonadme, se me ha olvidado por qué letra íbamos, perdonad, es que tengo déficit de atención“, confesó en pleno concierto cuando se confundió al cantar Abcdefg.

Rosalía EFE
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El TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) es un trastorno del neurodesarrollo que afecta a la atención, la hiperactividad y la impulsividad. Suele diagnosticarse en la infancia, pero los síntomas suelen perdurar hasta la edad adulta.

Los trastornos varían según la gravedad del trastorno. Entre los síntomas más comunes se encuentra la falta de atención, es fácil que se distraigan con cualquier cosa, la hiperactividad, demasiada actividad física, la impulsividad, comportamiento sin pensar, interrupción de los demás y dificultad para esperar el momento oportuno, o incluso desarrollan baja autoestima, les cuesta alcanzar objetivos y suelen tener sentimientos de frustración.

Este trastorno suele estar condicionado por la herencia. Es genético. No tiene nada que ver con el tipo de educación que se ha recibido cuando eres pequeño.